El alcohol desplazó a los solventes como la principal droga de inicio en el estado, revelan los resultados de la Encuesta Nacional de Adicciones.
“En el estado de Guanajuato los inhalables han presentado un decremento desde el 2006 y actualmente son la segunda droga de inicio”, subraya el informe.
En la encuesta difundida en 2010, los solventes eran la droga de inicio del 44% de los adictos atendidos en centros de rehabilitación del estado, mientras que en el estudio de 2012 descendió hasta el 19.7%. En contraste, el alcohol subió del 23 al 41.7%.
Por cada 10 adictos internados en el estado, 4 confesaron que el alcohol fue la primera droga que probaron. Antes la proporción era de 2 de cada 10.
A pesar de la caída en el consumo de solventes, Guanajuato se mantiene como el estado con mayor porcentaje de adictos a esta droga.
La encuesta elaborada por el Instituto Nacional de Salud Pública advierte que casi el 20% de los internos en centros de tratamiento del estado utilizó los inhalables como su primera droga.
Guanajuato está incluso por encima del Estado de México y del Distrito Federal, en donde hay una alta adicción al también llamado ‘chemo’.
Atienden a 255 nuevos pacientes
En el periodo de enero a mayo de 2013, la Secretaría de Salud de Guanajuato ha brindado 2 mil 324 consultas de primera vez a pacientes para atender el consumo de drogas.
El 11% de los pacientes (255) consumen inhalantes o solventes. De ese total, el 10% (23 casos) son menores de 18 años.
Catorce de los menores atendidos por primera vez este año por adicción a solventes, son originarios de León.
La atención a los adictos se ofrece a través de las 8 jurisdicciones sanitarias y los 9 centros Nueva Vida, ubicados en León, Silao, Guanajuato, Irapuato, Salamanca, Celaya, San Miguel de Allende y Dolores Hidalgo.
Ayudan a menores
Desde hace 17 años, Drogadictos Anónimos, A.C., Grupo “La Búsqueda”, brinda ayuda a menores con problemas de adicción. Actualmente atienden a 100 pacientes entre 9 y 18 años de edad, de los cuales el 60% tienen problemas por consumo de solventes.
El coordinador Jaime Alberto Martínez Riva, informó que en la mayor parte del País no hay centros de rehabilitación que atiendan a menores.
“El único requisito para que ingrese un menor es tener como mínimo seis meses de consumo, ya que esto indica un problema de adicción y debe ser anexado para un tratamiento inicial y obligatorio de tres meses, como un proceso de desintoxicación.
“Posteriormente se le sugiere al interno que se quede por unos meses más o tiempo indefinido, para que logre estar totalmente fortalecido, ya que en cuanto salen del centro es muy fácil que reincida a drogarse, porque regresan al mismo núcleo familiar o entorno social, donde comúnmente está la problemática o la causa de su adicción”.
Dijo que entre los factores que propician el acercamiento a las drogas es que tengan un pariente adicto, la violencia familiar o la falta de atención a los hijos en el hogar.
Si el joven tiene menos de seis meses consumiendo drogas, se le canaliza a un psicólogo, terapeuta u otro tipo de ayuda, ya que en esos casos todavía no desarrolla una adicción.
Inician como juego
En la ciudad operan dos centros, Nueva Vida en Las Joyas y en León II, dependientes de la Secretaría de Salud.
El centro de León II recibe al mes entre 7 y 10 menores de edad por consumo de solventes, quienes son atendidos por psicólogos y médicos.
Una trabajadora social explicó que se ha detectado que el consumo de solventes inicia como un juego entre estudiantes, que comienzan a oler el plumón, la acetona y los esmaltes de manera frecuente. Luego, por curiosidad, empiezan a inhalar otro tipo de químicos.
Aclaró que existen tres niveles en el uso de solventes: el experimental (por curiosidad); el abuso (lo cual se da entre 13 y 14 años de edad), y el que ya es dependiente (después de los 15 años).
Cuando un menor llega a pedir ayuda se le canaliza con psicólogas que ofrecen de ocho a 12 sesiones de terapia, y los precios van de los 6 a los 155 pesos, según el nivel socioeconómico del paciente.
Luego se dan terapias de seguimiento de una sesión al mes. Cuando ya hay control del menor, se extienden las sesiones cada tres meses.
Al mismo tiempo se trabaja con la familia en grupo, individual, o sólo con los padres.
“Cuando al estudiante se le sorprende consumiendo algún tipo de drogas dentro de la escuela, se canaliza con nosotros y tiene que tomar sus terapias comprobadas por un documento del centro para poder seguir en la institución educativa, esto ayuda a que el joven se motive por no perder la escuela y al mismo tiempo se rehabilita”, explicó.
Influye entorno industrial
Adriana Pérez, directora del Centro de Integración Juvenil, dijo que un detonante del consumo de solventes es que León es una zona industrial en la que se comercializan muchos químicos.
El fácil acceso a productos inhalantes aumenta el consumo.
Aclaró que existen cuatro momentos de consumo de drogas: el experimental, el social u ocasional, el funcional -cuando ya hay abuso- y el disfuncional, que corresponde a una dependencia.
“La población más joven son experimentadores y son de nivel secundaria”.
Reconoció que los solventes son una de las drogas de inicio.
El centro a su cargo ha recibido en lo que va del año a 270 pacientes de primera vez, la mayoría entre 13 y 19 años de edad.
La cuota mínima es de 30 pesos y la máxima de 400.
Después del diagnóstico, se programan sesiones semanales durante dos meses y medio.
Una vez que el paciente termina sus terapias, continúa con sesiones de seguimiento una vez al mes.
Se requiere ayudade las familias
El Centro de Rehabilitación Grupo Jóvenes Nueva Generación A.C. atiende mensualmente a 30 hombres con problemas de adicciones, de los cuales actualmente sólo dos son menores de edad con problemas de consumo de solventes.
Daniel López, coordinador del grupo, dijo que se requiere el apoyo de los familiares para el tratamiento, porque se requiere que estén internados al menos tres meses.
“En ocasiones los familiares se los llevan antes de tiempo, ya que cuando los dejan por primera vez en el centro llegan desnutridos, flacos, demacrados. Una vez que pasan algunas semanas y los ven más recuperados físicamente se los llevan ya que se dejan llevar por la imagen y creen que ya están bien y a las pocas semanas recaen”.
La cuota semanal en ese centro es de 100 pesos y una despensa.
‘Todo por curiosidad’
Tengo 14 años de edad y hace más de tres semanas llegué a mi casa con una botella de “guare”, me encerré en mi cuarto a ponerme unos “monos” y no me di cuenta y me quedé dormido.
Al día siguiente mi mamá se dio cuenta y me regañó, pero no le hice caso como siempre.
Me fui a trabajar con mi papá al taller mecánico, agarré una lata de pintura y me fui a esconder hasta atrás del taller y me puse a flexiar. Mi papá se dio cuenta porque estaba todo lleno de pintura de la cara y estaba bien “alivianado”, me regañó y me corrió de la casa.
Me fui a la casa de mi novia, estábamos platicando cuando llegó mi mamá por mí; llegué a la casa y me subí a cambiarme. De pronto escuché que subieron rápido las escaleras y me saqué de onda, en corto entraron a mi cuarto tres señores, me agarraron y me dijeron que eran del anexo y que me iban a internar.
Me agarré de los barrotes de las escaleras y comencé a llorar, yo le decía a mi mamá que no dejara que me llevaran, pero ella me soltó las manos de las escaleras, me subieron a la camioneta y ya tengo tres semanas aquí en el Grupo Jóvenes Nueva Generación.
Ninguno de mis dos hermanos más grandes se drogan, ni mi papá. Yo comencé a consumir inhalantes por curiosidad cuando tenía 11 años. Al principio no se daban cuenta porque no lo hacía seguido, después era diario. Me terminaba una botella de medio litro de pegamento, thinner o lo que fuera.
Esto lo conseguía con un amigo que mi papá tiene un taller de zapato; él sacaba las botellas con químicos y nos drogábamos juntos. Ya después como no podía dormir comencé a tomar pastillas.
Ahora que estoy en el centro de rehabilitación me siento muy a gusto, nunca había sentido la tranquilidad que tengo.