Era una instructora de aerobics de 32 años, de un suburbio en Texas -sana, con educación universitaria y dos hijos pequeños. Nada fuera de lo normal, salvo por una cosa: su colesterol era asombrosamente bajo.
El nivel de sus Lipoproteínas de Baja Densidad (LDL, por sus siglas en inglés), el tipo que fomenta los males cardiacos, era de 14, un valor inusitado en adultos sanos, cuyo nivel normal es superior a 100.
La razón era una mutación genética poco común que había heredado tanto de su madre como de su padre. Sólo se ha encontrado otra persona con la misma mutación, una mujer joven y sana de Zimbabwe cuyo nivel de colesterol LDL era de 15.
El descubrimiento ha desatado una de las cacerías médicas más extraordinarias en la historia. Es una intensa competencia entre tres compañías farmacéuticas -las estadounidenses Amgen y Pfizer, y la francesa Sanofi- para hacer pruebas y ganar aprobación para un medicamento que imita los efectos de la mutación, reduce el LDL a niveles sin precedentes y evita infartos. Las tres compañías tienen fármacos en pruebas clínicas y reportan que sus resultados, hasta el momento, son emocionantes.
Gary H. Gibbons, director del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de EU, calcula que aún si los medicamentos fueran caros e inyectados, hasta dos millones de estadounidenses podrían ser candidatos a ellos.
Si además pudieran ofrecerse a bajo precio y en forma de pastilla -dos requisitos poco probables- podrían ser usados por uno de cada cuatro adultos.
Las cardiopatías siguen siendo la causa principal de muerte de los estadounidenses, al cobrar casi 600 mil víctimas por año. Las estatinas, fármacos para reducir el colesterol lanzados al mercado en 1987, fueron un gran avance, pero estaban lejos de ser una panacea.
Las compañías e investigadores de males cardiacos tienen la esperanza de estar cerca de un descubrimiento, animados por el éxito de estudios preliminares.
Sin embargo, Gibbons advirtió que los estudios cruciales a gran escala, que indicarían si los fármacos de hecho evitan los infartos, apenas inician. “Eso mostrará si son un factor de cambio”, dijo.
Hasta el momento, la gente con niveles de colesterol obstinadamente altos que toman los medicamentos en estudios preliminares ha visto cómo sus niveles de LDL caen drásticamente de niveles de más de 100 a 50, 40 ó incluso menos.
Barry Gumbiner, quien dirige los estudios de Pfizer, dijo que la compañía tuvo que decidir si establecía un límite mínimo para los niveles de LDL de los pacientes. Pfizer interrumpe el tratamiento cuando los niveles de LDL llegan a 25 ó menos. Los participantes parecían estar bien, pero la compañía se sintió nerviosa.
“No hay mucha experiencia relativa a tratar pacientes hasta que alcancen niveles de LDL así de bajos”, dijo Gumbiner.
Hace varios años, Jonathan C. Cohen y Helen H. Hobbs, del Centro Médico del Suroeste de Texas, en Dallas, tuvieron una idea.
Si una mutación en un gen llamado PCSK9 aminora la habilidad del cuerpo para deshacerse del colesterol y lleva a niveles altos de LDL, quizás había defectos que hacían lo opuesto -que llevaran a niveles muy bajos de LDL y protegieran contra males cardiacos-.
Encontraron datos de un estudio en EU que mostraba que algunas personas con un solo gen PCSK9 mutado que ya no funcionaba presentaban niveles de LDL ligeramente más bajos de lo normal.
Los científicos comenzaron a buscar gente que tuviera un gen mutado de ambos padres. Cohen y Hobbs encontraron una pareja así y le hicieron pruebas a la hija de ambos en el 2006. Era la instructora de aerobics.
Más o menos al mismo tiempo, investigadores sudafricanos iniciaron su propia búsqueda y encontraron a una mujer sana en una clínica en Zimbabwe.
Estas dos jóvenes mujeres mostraban que la gente puede ser sana y prosperar con niveles muy bajos de colesterol LDL y parecer prácticamente inmunes a las enfermedades cardiacas.
Las compañías quieren estar listas con grandes cantidades de sus versiones del fármaco si obtienen la aprobación.
Mientras sus fábricas empezaban a producir los medicamentos, las compañías comenzaron a reclutar pacientes con altos niveles de LDL para recibir la sustancia experimental.
David Mayse, de 60 años, residente de South Point, Ohio, tenía 49 años cuando sufrió su primer infarto. La medicina para reducir el colesterol no ayudaba.
Entonces, Mayse sufrió otro infarto y fue sometido a una cirugía de bypass coronario. Un cardiólogo que calificó de “inauditos” a sus niveles de colesterol le preguntó si participaría en una prueba clínica.
“Estaba dispuesto a probar todo en ese momento”, dijo Mayse. Mayse se inscribió en un estudio para el fármaco experimental de Amgen. Su LDL cayó de 160, su nivel más alto, a 42.

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