Fue el 11 de octubre de 2012 que comenzó el Año de la Fe, mismo que culminó con una misa concelebrada la tarde-noche, con la reunión de los curas y sacerdotes de las 8 parroquias.
En medio del llamado a la reflexión e insistencia a todo católico de evitar y dejar de caer en los vicios y pecados, pues son estos los que realmente dañan una y otra vez a Dios, pues se le corona una y otra vez con una corona de espinas que duelen.
Sólo hay un camino para llegar al encuentro con Dios, y la muerte es el paso definitivo a dar, pero antes hay que arrepentirse, convertirse y pedir por el perdón de los pecados.
Esto se exaltó durante la misa concelebrada en la Zona Peatonal la tarde-noche del sábado donde se congregó la ciudadanía a elevar sus plegarias y su devoción en busca del perdón de Dios.
El Año de la Fe fue proclamado por el ex Papa Benedicto XVI ante la celebración del 50 aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II y ahora le correspondió concluirlo al Papa Francisco.
Invita a asistir a misa
El señor Cura Andrés de Jesús Torres Salas, convocó a todo católico a ganarse la indulgencia plenaria y dedicarla a favor de algún familiar fallecido en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo. La indulgencia se ganaba con asistir a la santa misa, rezar el credo, comulgar y dedicar su oración.
Durante el Año de la Fe, se trabajó sobre todo justo en confiar, en arrepentirse y renovarse a favor de Dios “dar un renovado impulso a la misión de toda la Iglesia, para conducir a los hombres lejos del desierto en el cual muy a menudo se encuentran en sus vidas, acercarlos a la amistad con Cristo que nos da su vida plenamente”, se citó así la Carta Apostólica.
La Iglesia a través de sus parroquias y templos insistió en rezar con devoción y fe, se difundió en todos los círculos no sólo la palabra de Dios, sino su reflexión profunda, pero sobre todo con fe, entre otras acciones que no deben terminar en este día, sino que deben continuarse en la fe familiar y personal para honrar a Cristo Rey.
Cuando en la infancia de cada uno se escuchó hablar de reyes, se creyó que todos tenían soldados, pero el principal Cristo Rey no usaba la fuerza sino la reflexión a la conversión, y tiene dos coronas, una de espinas que simboliza a cada uno de los pecadores y otra corona que lo presenta como el Cristo Rey, las dos coronas se la entregan dos ángeles a sus costados.

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