El arte de elaborar quesos poco a poco ha ido ganando terreno en Australia. Los productores han descubierto en sus vacas y cabras una materia prima de primera para manufacturar distintas variedades.
Quesos de corteza lavada, como camembert y brie, son de los más populares en las grandes ciudades australianas y se consumen, generalmente, con galletas, panes o frutas.
“El queso de cabra se integra comúnmente a preparaciones caseras, aunque en años recientes es un producto buscado por los ‘foodies’. Prácticamente, los quesos aparecen siempre de la mano del vino”, señala Kris Lloyd, productora de Woodside Cheese Wrights, ubicada a las afueras de Adelaide.
“Gracias a la industria del vino, el interés por este producto ha crecido. Las generaciones jóvenes preocupadas sobre el qué, el cómo y el dónde de sus alimentos han puesto énfasis en consumir quesos locales”.
En gran parte de Australia, el ganado vacuno y caprino se cría en pequeños rebaños y se alimenta sólo de pastizales. Las estaciones del año y el terruño influyen en la textura, el aroma y sabor de la leche, que por las condiciones de crianza suele ser un poco más amarillenta.
Lloyd aprovecha esa riqueza láctea para crear, con técnicas europeas, quesos de textura untuosas y sabor intenso. Y, como muchos otros productores, también ha generado sus técnicas propias para elaborar quesos maduros y de cabra.
Algunas variedades locales de quesos de cabra se aderezan con hierbas nativas como el mirto limón y la hierba de sal (atriplex).

Tercia de cabra
Creaciones de Lloyd elaboradas con leche de cabra y productos locales.
-Monet: queso fresco aderezado con hierbas y flores capuchinas
-Figaro: queso semi maduro con una nota dulce, se madura en hojas de parra
-Edith: de estilo francés con una corteza ligera y cubierto en ceniza

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