A un mes de quedar libre, luego de 13 años preso, el indígena Alberto Patishtán regresó ayer a Chiapas.
Salió a las 11 de la mañana de la Ciudad de México, en un vuelo comercial, y llegó hora y media después al Aeropuerto “Ángel Albino Corzo”, donde fue recibido por habitantes de El Bosque, el municipio donde nació.
Ahí, Patishtán aseguró que con el indulto que le dio el presidente Enrique Peña no concluye la lucha por la libertad de muchos indígenas que, como él, fueron encarcelados a partir de procesos penales “amañados”.
“Aquí no se acaba la lucha, yo creo que aquí comienza”, dijo.
El profesor, quien recibía en la capital del País tratamiento médico para combatir un tumor cerebral, sostuvo que no guarda rencores y que su libertad no es un triunfo personal.
Es resultado, afirmó, del movimiento que durante más de una década mantuvieron vivo los habitantes de El Bosque, la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, defensores de derechos humanos y la comunidad internacional, por lo que los conminó a seguir exigiendo justicia.
“Gracias hermanos y hermanas, este logro es nuestro, este logro no es para mí solo, es una victoria de todos nosotros. Todos lo que hicieron algo, es de justicia, es lo que el pueblo necesita y es lo que necesitamos siempre.
“Dijeron que estábamos desorientados, que esta lucha no valía la pena; la justicia vale la pena, el pueblo la necesita y es lo que necesitamos siempre”, destacó.
En respuesta, decenas de personas que acudieron a darle la bienvenida mostraron pancartas en las que se leían frases como: “Bienvenido hermano Patishtán”, “Que muera la injusticia”.
El indígena alertó que en las cárceles de Chiapas siguen presos indígenas como Alejandro Díaz Santis, quien fue acusado de asesinar a su hijo y cuya declaración fue traducida por una persona que hablaba náhuatl, y no tzotzil, la lengua del indígena.
A pesar de que ahora libra una lucha “por su salud”, señaló que no olvida a los “hermanos indígenas” que, durante los 13 años que permaneció en prisión, conoció, consoló, e incluso, asesoró, por lo que no descarta visitar en las próximas semanas el Cereso 5 de San Cristóbal.
En la terminal aérea Patishtán se reencontró con su abuelo Francisco, a quien no veía desde hace 13 años, desde que fue encarcelado en junio de 2000, acusado de participar en una emboscada en la que murieron siete policías.
Posteriormente, en caravana se dirigió a San Cristóbal de las Casas, donde a las 5:30 de la tarde se efectuó una misa en su honor.
Hoy saldrá de madrugada a la comunidad de El Bosque, donde será bienvenido con una fiesta.

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