Por fin. Hay quórum y arranca el debate de la reforma energética, en un Senado aislado por huestes de Morena. En comisiones se forma una larga lista de oradores a favor y en contra, y conforme las horas pasan cobra brillos, tonos, fuerza una discusión de lo irreconciliable, tanto como son el agua y el aceite.
Y cuando los ánimos se caldean, la senadora Layda Sansores dice a la mayoría “privatizadora del petróleo”: vayan y privaticen -grita- “a su puta madre que los parió”.
Los personajes de este momento trascendente están en sus posiciones, y tienen un ambiente favorable a la tarea de oír y hablar y desplegar sus estrategias, técnicas o molonas, para avanzar o alargar la deliberación. Emilio Gamboa llega, saluda con lujo de cordialidad a la bancada del PRD que está preparada para criticar punto por punto el dictamen que respaldan PRI, PAN y PVEM. Abraza a Alejandro Encinas, quien hará una crítica ácida de la propuesta de cambios a Pemex y CFE. Cruza comentarios con Dolores Padierna.
El paseo de Gamboa incluye el lado del PAN y, desde luego, el área de los suyos y, finalmente, toma una butaca de observador en la galería, donde comparte fila con Jorge Luis Preciado (PAN), presidente de la Junta de Coordinación Política, la cual el sábado salvó de la deriva esta reforma que ha acumulado incidentes y tropiezos, como pocas.
Gamboa y Preciado ven el curso de las cosas, que huelen a nuevas obstrucciones, como ocurre, ya que se va una hora en una discusión sobre procedimientos para debatir. Y allí están los dos dirigentes, en la talacha de reparar desperfectos en la reforma energética.
Falta una persona. El coordinador de los perredistas, Miguel Barbosa, enfermo, fuera del terreno de acción, es echado de menos por sus pares del PRI y del PAN, que hablan con varios senadores y, en un momento, en el nivel alto de la mesa directiva, el priísta Emilio Gamboa cambia la expresión por una endurecida y de entrecejo, y a partir de allí, las voluntades se acomodan y el debate en comisiones avanza.
Los priístas Daniel Amador, Raúl Pozos, Graciela Ortiz, Ernesto Gándara, Blanca Alcalá, David Penchyna, defienden el proyecto, igual que los panistas Jorge Lavalle, Salvador Vega y Ninfa Salinas, del Partido Verde Ecologista (PVEM).
Reciben el rechazo áspero de los perredistas
Con trucos para alargar su participación, que el debate vaya lento, la bancada del PRD juega a alargar al infinito la discusión, como lo hace Fernando Mayans, de Tabasco, que de sus 10 minutos, llega a 20 y aunque desarrolla una argumentación persuasiva, incurre en ocurrencias, como cuando señala que a la gente le dicen que bajarán el precio de la luz y el gas, “y que existe Santaclós y vienen los Reyes Magos”.
“Privaticen a su madre”
Por fin. Hay quórum y arranca el debate de la reforma energética, en un Senado aislado por huestes de Morena.