Los precios de los boletos para la Final se triplicaron en la reventa.
Los boletos más baratos que ayer se vendieron en taquilla en 450 pesos, ya los ofrecen los revendedores en 1,500 pesos.
Cada boleto para la Final del próximo jueves entre León y América, se cotizan hasta en 3 mil pesos en zona A (la más cara).
Para evitar ser arrestados, los revendedores ofrecen hacer entregas a domicilio o en sitios neutrales, donde no haya vigilancia policiaca.
AM atestiguó la forma de operar de los revendedores, quienes adquirieron en forma ‘hormiga’ cientos de boletos, entre varias personas, para luego ofrecerlos a través de internet, en donde se da a los potenciales compradores un número telefónico y de radio, para establecer contacto.
La reventa
“Pago 150 por boleto comprado con Fierabono”: Esta frase se repetía a cada instante sobre la fila para comprar los boletos de la Final, ayer por la mañana.
Con estas palabras, los revendedores enganchaban a las personas que cuentan con la tarjeta preferencial; algunos aficionados aceptaron la paga para obtener una ganancia.
En las taquillas se colocó un comunicado en el que se anunciaba que sólo se pondrían a la venta 18 mil boletos para socios Fierabono.
Desde temprano se formó una enorme fila para obtener los pases. Mezclados entre los aficionados había decenas de revendedores que acudían a comprar boletos por montón.
AM constató que algunos compraron hasta 20 boletos en las taquillas, utilizando varios fierabonos; segundos después de retirarse de las taquillas, los pases se entregaban a los revendedores.
En bloques de 80 personas aproximadamente iban dejando pasar por detrás del estadio sobre la calle Olimpo, para llegar hasta las 6 taquillas del estadio.
Las personas que no presentaban su Fierabono sólo llegaban hasta el cruce de Vasco de Quiroga y Olimpo, ahí era donde el negocio de los revendedores se hacía más evidente.
“Amigo, si le sobra un Fierabono se lo compro en 150 pesos, pago enseguida con el boleto en la mano. Si trae más le compro los que sean”, dijo uno de los revendedores a un hombre que presumía tres tarjetas en su mano.
El enganche era rápido, los revendedores entregaban a los portadores de la tarjeta el dinero del costo del boleto, más la propina por hacerles el favor.
Frente a guardias
Un hombre vestido con pantalón azul de mezclilla y sudadera negra, fanfarroneó cuando le entregaron el primer paquete de boletos en la taquilla 6.
“¡Cuánto, cuántos! ¡Ya tengo en reventa, cómprelos aquí!”, dijo frente al personal del estadio y guardias municipales.
“Este güey nunca falla, siempre saca los boletos que necesitamos”, dijo uno de los aficionados, mientras le hacía una señal de aprobación con la mano.
Al pagar en la taquilla se escuchó una voz que lo llamó y le entregó otra tarjeta de Fierabono para que compre más boletos. Las personas que vigilaban las instalaciones observaron la escena y lo dejaron actuar sin oponerse, a pesar de que son muy estrictos con los demás compradores.
Otra persona reconocida por algunos aficionados por revender boletos y apartar espacios en la fila, compró una gran cantidad de boletos en la misma ventanilla. Se los guardó dentro de la camisa y unos metros adelante los sacó para entregarlos a un grupo de personas.
Junto con ella iba una mujer que también es revendedora.
“Anoche cuando llegamos a formarnos nos ofrecían un lugar en 100 pesos, yo les dije que con qué derecho vendían la vía pública, mejor nos quedamos nosotros para hacer guardia”, dijo Juan Manuel Sánchez, aficionado del León.
Todavía no concluía la venta en taquillas cuando los revendedores ya habían empezado a operar en los alrededores del estadio, en los cruceros y en sitios en internet.
En unos minutos el precio de los boletos se triplicó. Los más baratos, de 450 pesos en sol, subieron a 1,500 pesos con la reventa, según atestiguó AM al contactar a revendedores.
Usan a discapacitados
Algunos aficionados utilizaron a sus parientes enfermos o discapacitados para entrar a comprar boletos.
Los guardias se compadecieron de una viejita que era empujada en silla de ruedas, y la dejaron pasar a la taquilla 6. Pero en realidad los boletos no eran para ella, sino para sus parientes.
La viejita sólo siguió las indicaciones, tomando los boletos en sus piernas.
Otro aficionado utilizó a una mujer minusválida para abrirse paso preferente en la taquilla 4.
Con playera del León y sonriente se retiró del lugar entre gritos de algunos conocidos: “eres grande matador”, le decían.
Miguel, un hombre de 53 años, quien padece de diabetes desde hace dos décadas, se desmayó en la fila debido a una descompensación.
“Creo que me bajó la presión, pero por hacerle el favor a mi primo y porque me da para un taco me vine a formar, pero esto es muy pesado para mí que soy diabético, se me nubló todo”, dijo Miguel.
Su primo le pagó 100 pesos por ir a apartar un lugar para comprar boletos.
A unos 40 metros antes de llegar a la entrada de la calle Olimpo, Miguel se recargó en las rejas que colocaron para delimitar la banqueta del bulevar.
En ese momento llegó su primo para entregarle una torta y un refresco que le había prometido desde temprano cuando lo llevó a apartar el lugar.
Al intentar tomar la bolsa con los alimentos el hombre se desvaneció y quedó de rodillas recargado en la reja.
“¿Qué te pasa güey, qué tienes?”, le dijo su pariente que estaba del otro lado del barandal y que inmediatamente se cruzó para ayudarlo.
Vendenlugaresen la fila
El negocio de Toño es caminar desde el inicio de la fila hasta el final para ofrecer espacios; poco a poco va enganchando gente a las cuales les pide para el “refresco” para dejarles su lugar ubicado hasta adelante.
En cada viaje que realizó ayer por la mañana, llevó al menos a dos personas y las colocó a unos metros de la entrada de la calle Olimpo, argumentando que ya los tenía apartados.
Algunos de los que estaban formados se dieron cuenta y comenzaron a chiflar, gritándole palabras altisonantes. Pero al vendedor de lugares no le importaron los reclamos.
Toño no es el único. Como él, al menos cinco personas se dedicaron ayer a apartar lugares con botes de plástico, bancos, sillas y prendas de vestir, los cuales luego vendieron a los que llegaron tarde a formarse.
En un lapso de dos horas, Toño colocó en la parte delantera de la fila por lo menos a 12 personas.
Unos elementos de Seguridad Pública al percatarse de los movimientos que hacía Toño, sólo se limitaron a llamarle la atención y le pidieron que no lo siguiera haciendo o de lo contrarío lo arrestarían.
Sin embargo, el joven siguió trabajando de esta forma por al menos otros 30 minutos.
“Le doy mejor lugar”, ofreció un joven de unos 16 años, quien también trabajaba como ‘apartalugares’ en la fila.
Un aficionado aseguró que un lugar en la fila se llegó a vender ayer hasta en 100 pesos.
Otras personas decidieron pagar a mandaderos a comprar los boletos.
“Pagué mil 500 pesos para que me comprara cuatro boletos de la zona de sol, le di al chavo en total 3 mil 300 y la verdad estoy bien nervioso de que me vaya a fregar, no lo veo que salga en la fila”, dijo un hombre recargado en las rejas frente a las taquillas.