Hugh Hefner creó la célebre revista Playboy en la década de los 50, pero podría decirse que llevaba ensayando ese momento toda su vida.
Él mismo relata cómo, a los 9 años, imprimió su primer periódico que vendía por un penique de puerta en puerta entre sus vecinos de barrio.
Hasta que apareció el primer número de la clásica publicación en el otoño de 1953 gracias a su tesón y buena suerte.
Con ello construyó un imperio que generó una auténtica revolución sexual en los años 60 y ridiculizó los valores más conservadores de una sociedad estadounidense hasta entonces bastante puritana e hipócrita.
Hugh Hefner’s Playboy es la monumental autobiografía del creador de la revista Playboy, que el sello Editorial Taschen puso en circulación en una edición compuesta por seis volúmenes, en los que se incluyen las caricaturas, las fotos y hasta los recuerdos de infancia del popular editor.
La edición, de carácter masivo, sucede a otra editada en 2009 por el mismo sello sólo para coleccionistas, de la que se imprimieron mil 500 ejemplares.
En aquella edición, se incluía un trozo del pijama que hizo célebre a Hefner, la misma que se ponía todas las noches antes de pasar la velada con una o varias conejitas de su revista. El costo del ejemplar era de mil 300 dólares.
Ahora, Hefner ofrece los momentos más destacados de los primeros 25 años de historia de Playboy, cuyo relato se intercala con magníficas ilustraciones prácticamente desconocidas hasta ahora.
Ofrece un retrato íntimo de su vida como el editor que cambió el mundo de los magazines para caballeros.
Publicada en ocasión del 60 aniversario de la revista, esta suntuosa antología supone asimismo un auténtico homenaje a la sofisticación, la decadencia y el ingenio que caracterizaron a la publicación y a su creador.
El recorrido de Hugh Hefner’s Playboy se centra en la época dorada de la revista, los años comprendidos entre 1953 y 1979, e incluye una selección de los desplegables más sugerentes de cada era; además de textos de grandes escritores como Gore Vidal, Norman Mailer, Ian Fleming y Ray Bradbury, distinguidos colaboradores del magazine, sin olvidar algunas de las entrevistas más importantes aparecidas en sus páginas.
Los tomos permiten bucear en una amplia selección de los archivos personales de Hefner, así como una extensa selección de fotografías personales, muchas de ellas inéditas, con escenas entre bambalinas en la mansión, los clubes y el jet privado Big Bunny.
Los orígenes
Hefner (Chicago, 1926) no sabía cuál sería el curso que seguirían sus pasos como editor amateur.
Por ejemplo, lanzó su segunda empresa editorial mientras cursaba séptimo de primaria y editó el periódico Pepper, que alcanzó tal popularidad, que los estudiantes siguieron publicándolo una década después de que se graduara.
“Me pasaba las clases dibujando tiras cómicas cuando se suponía que debía estar estudiando”, relata Hefner en sus memorias.
Agrega que toda su infancia estuvo repleta de fantasías tomadas de las películas, la radio, la literatura popular y las historias gráficas.
Su hogar era muy religioso y de joven chocaba con la represión que respiraba en el mundo que lo rodeaba.
“Me acercaba a la adolescencia y me di cuenta de que las películas ya no podían abordar el sexo de una manera realista. La desnudez se consideraba obscena, no se permitía asomo alguno de pasión en la pantalla e incluso las parejas casadas dormían en camas separadas”, recuerda.
Uno de los superhéroes de su infancia fue The Phantom, quien tenía un anillo con un sello en forma de calavera que dejaba como mensaje, idea que le inspiró a crear su propia marca.
Diseñó un círculo dividido en cuatro con un punto en cada cuarto que puso en la portada de todos sus libros y fue el antecedente del famoso logotipo del conejo de Playboy.
Hefner confiesa que además de su temprano interés por el dibujo de tiras cómicas, la escritura y la edición, su vida siempre tuvo un lado romántico, y ya en cuarto de secundaria se enamoró perdidamente por primera vez de una rubia de cabello rizado llamada Audrey Zimmerman, pero su primera cita fue con otra chica.
“Tuve mi primera cita con una compañera de clase llamada Mary Turbull en octavo. La llevé a ver Jesse James, interpretada por Tyrone Power y Henry Fonda. (…) No fue muy grato descubrir que yo sólo era uno entre la media docena de chicos de la clase que le gustaban. Incluso me enseñó la lista”, comenta el editor.
En casa de Mary, Hefner descubrió antiguos números de la revista Esquire, que en aquellos años reflejaba un mundo sofisticado desconocido para él, y leía las novelas que incluía de autores como Hemingway o Fitzgerald, y las tiras cómicas de la Chica Petty.
“Me enamoré de aquellas imágenes de estilizadas bellezas semidesnudas pintadas con aerógrafo, creadas por el ilustrador Georges Petty. (…) El arte pin-up de Georges Petty y Alberto Vargas, y la fotografía pin-up tan popular durante la Segunda Guerra Mundial fueron la clara inspiración para crear la figura de la playmate del mes de Playboy 10 años después”, afirma.
Más tarde, decidió convertirse en un chico audaz y atractivo a ojos del sexo opuesto, y se reinventó comenzando a usar ropa más audaz, camisas rojas, pantalones de pana amarillos y zapatos de swing.
Se hizo experto bailarín e inició una columna sobre discos para el periódico del instituto titulada Platter Patter, que firmaba como Hep Hef.
En la universidad, se especializó en psicología para tratar de comprender los motivos del comportamiento humano y escribió para la revista de humor de la universidad una reseña sobre el informe Kinsey sobre “La conducta sexual del hombre”, de 1948.
Más tarde, escribió un ensayo para su clase de patología social titulado “Sex Behavior and U.S.” (El comportamiento sexual y Estados Unidos), en el que comparaba las estadísticas de Kinsey con las leyes vigentes entonces en su país.
“Ataqué las leyes por considerarlas irracionales e inhumanas y obtuve un sobresaliente por la investigación. Aquella fue una primera versión de lo que acabaría siendo The Playboy Philosophy, que ayudó a desencadenar la revolución sexual en la década de 1960”, apunta Hefner.
Finalmente, se casó en el verano de 1949 con una amiga de toda la vida, Millie, y tomó un empleo en el departamento de personal de Chicago Carton Co, que abandonó al poco tiempo.
Tras una temporada como redactor de publicidad en unos grandes almacenes, en enero de 1951 entró a trabajar en el departamento de promoción de Esquire.
“La revista no era en absoluto como yo la imaginaba. Tan sólo era un trabajo más. (…) Tras las vacaciones, empecé a planificar la creación de mi propia revista. El único problema era que no tenía dinero”, recuerda.
El nacimiento de Playboy
En verdad, como dice Hefner, resulta imposible crear una revista sin dinero, pero él, asegura, lo hizo.
“Escribí a quiosqueros y mayoristas de todo el País hablándoles de una nueva revista para hombres titulada Stag Party (La fiesta del ciervo). Saqué el título de un libro de cómics titulado The Stag at Eve, publicado en 1931.
“Describí mi nueva revista como una publicación sofisticada para el hombre joven y urbano. La respuesta fue inmediata y recibí pedidos por 70 mil ejemplares por parte de vendedores de prensa de todo el País. Lo único que tenía que hacer entonces era crear la revista”, narra Hefner.
Después se enteró de que la ya famosa Marilyn Monroe aparecía desnuda en un calendario que era propiedad de John Baumgarth Calendar Co, publicación de la que todo el mundo había oído hablar, pero casi nadie había visto por la restricción del servicio postal estadounidense a enviar desnudos por considerarlos obscenos.
“Convencí a John Baumgarth de que me cediera los derechos para reproducir la fotografía de Marilyn Monroe desnuda por 50 dólares, y me dio de regalo las separaciones de color.
“Lancé la revista con 600 dólares de mi bolsillo, que pedí prestados a un banco. (…) A continuación acudí a todos aquellos que se me ocurrieron (amigos, parientes, cualquiera que fuera a escucharme) y les pedí que invirtieran en mi nueva empresa”.
Su madre puso mil dólares y su hermano Heith invirtió otros mil, hasta que logró reunir 8 mil.
Después habló con un impresor y negoció el pago de la mitad al contado y el resto en un plazo de 60 días.
Visitó a un joven artista llamado Arthur Paul para contratarlo como director artístico y ambos formaron la primera plantilla de personal de Playboy.
“Rellené las primeras ediciones con relatos de primera fila que eran de dominio público, como Las aventuras de Sherlock Holmes. Convencí a Ray Bradbury para que me permitiera convertir en serie su clásico de ciencia ficción Fahrenheit 451 por muy poco dinero.
“Mi ídolo, el dibujante Milton Caniff, me permitió publicar un fragmento de su sexy tira cómica Male Call, dibujada para los hombres que estaban de servicio durante la Segunda Guerra Mundial, que incluía viñetas rechazadas por el Ejército por considerarlas demasiado sugerentes”, explica Hefner.
Tocaba casi la cima del mundo y faltaban unas cuantas semanas para lanzar el primer número de su revista, pero un abogado le escribió diciendo que la revista Stag magazine (El magazine del ciervo), consideraba una violación el título de su revista.
“Fue entonces cuando tuve que pensar en otras posibilidades y, en el último minuto, cambié el nombre por Playboy, y mi símbolo del ciervo se convirtió en un conejito juguetón con esmoquin. El resto, como suele decirse, es historia. Una prueba de que, a veces, los sueños imposibles se hacen realidad”, asegura.
El imperio Playboy
El primer número de Playboy, que se puso a la venta en noviembre de 1953, incluía una charla con Sherlock Holmes, quien aparecía inyectándose una solución de cocaína al 7% en la ilustración.
Además de un reportaje sobre gastronomía, bebidas para los aspirantes a gourmet, y reflexiones nostálgicas en torno a los músicos de grandes orquestas como Jimmy y Tommy Dorsey, así como sobre el jugador de futbol americano Harold “Red” Grange.
Se imprimieron 70 mil ejemplares, de los que se vendieron más de 50 mil, y el segundo número, de igual tiraje y donde comenzaron a aparecer las famosas playmates del mes, se agotó.
Con el tiempo, Playboy cambió la naturaleza del arte comercial, e incluso Pablo Picasso apareció en sus páginas ilustrando un relato de Ray Bradbury, y Andy Warhol ofreció su propia versión de la cabeza del conejo Playboy.
Hefner recuerda algunos problemas con las impresiones de las portadas, pero llama la atención lo que cuenta del primer número, un problema de impresión con la imagen de Marilyn Monroe desnuda.
Si se miraba al trasluz la reproducción, narra, la cara de un personaje cómico de Virgil Partch impreso en la otra cara aparecía inoportunamente yuxtapuesta.
Pero lo que más fama, y sobre todo prestigio, dio a la revista fue la muletilla que los lectores usaban para admitir que compraban la revista, diciendo que les interesaba más “por sus artículos”.
Eso se convirtió en una forma inteligente de negar el atractivo obvio de la playmate del mes, al tiempo que rendía tributo a la excelencia editorial en la que se había empeñado Hefner desde sus inicios.
Dio frutos pudiendo contratar textos de colaboradores tan insignes como Somerset Maugham, Robert Ruark, Erskine Caldwell, John Steinbeck, Norman Mailer, Gore Vidal o Ian Fleming.
“Pagamos fortunas por tener a los mejores escritores y logramos un elenco insuperable”.
¿Se acerca el fin?
“Para contar mi historia de una forma interesante, quise incluir en mi libro lo que vino antes, los orígenes de donde surgió la inspiración, mi vida creativa cuando era niño”, explicó Hefner en una entrevista con Los Ángeles Times.
Lamentablemente para él, los años dorados pasaron y ahora su imperio está bajo amenaza de desintegración por la caída de la publicidad en la revista, además de la crisis que atraviesa la industria del porno, acechada por las vías gratuitas de distribución de material a través de internet.
“Es cierto que vivimos un momento complicado, pero no sólo nosotros, sino todas las empresas del mundo. Por eso hay que buscar nuevas fórmulas de negocio, ampliar nuestra actividad a otros soportes”, admite Hefner.
Lo cierto es que Playboy ha sido una revista de influencia.
Y ya no se puede afirmar, como hizo el cómico estadounidense Mort Sahl, que toda una generación está creciendo convencida de que las mujeres se doblan en tres partes y tienen una grapa en el ombligo.
Memorias de un playboy
Hugh Hefner, fundador y editor de la revista Playboy, es considerado el precursor del erotismo gráfico que detonó el boom a principios de los años 50″