Existen factores que explican por qué los calambres se perciben más en invierno, pero no hay pruebas categóricas que afirmen que ocurren más en esta estación. Esto es más un mito que una realidad, afirman expertos.
Para el reumatólogo Mario Alberto Garza, circunstancias propias de la temporada como las bajas temperaturas y una mayor humedad provocan que estas contracciones musculares se sientan más, pero no que sean más frecuentes.
“Una posibilidad es que como en invierno hay menos exposición a los rayos solares, la vitamina D se active menos y esto pueda hacer que el músculo esté más sensible y los calambres se amplifiquen.
“Y si alguien los sufre con frecuencia en cualquier época del año, es posible que en esta estación tenga más por esta misma susceptibilidad muscular, pero esto no está aún demostrado”, expone.
Garza afirma que durante esta temporada el número de consultas por éste y otros problemas relacionados aumenta, pero no por su frecuencia.
Por su parte, el neurólogo Fernando Góngora Rivera agrega que es posible que exista una confusión con otros dolores osteomusculares que sí son habituales en la temporada invernal.
“Son los provocados por enfermedades degenerativas como la osteoartrosis o las enfermedades neurológicas como la enfermedad de Parkinson o incluso por procesos inflamatorios articulares en pacientes con edad avanzada, entre otras”, explica.
“Yo no creo que exista una relación con el frío en términos de frecuencia, pero sí puede haber una apreciación de que el calambre es más doloroso en este tiempo”, señala.
Además, añade, en esta época se tiene la percepción de que no se necesita tomar tanta agua, sobre todo al hacer actividad física, lo cual es incorrecto y puede ser causa importante de calambres relacionados con el ejercicio.
“La gente que corre puede no sentir esa pérdida de líquidos, y por lo tanto no tiene el cuidado de hidratarse correctamente antes y durante el ejercicio”, comenta.
“Esto puede provocar una pérdida de volumen sanguíneo, que no se percibe, y provocar más fácilmente un calambre, pero esto es por no haberlo prevenido correctamente, no por el clima”.

Desbalance electrolítico
Los calambres son contracciones musculares involuntarias generalmente de gran intensidad que provocan dolor. Pueden durar de unos segundos a varios minutos.
El traumatólogo Jorge Garza explica que los principales grupos involucrados son los de la parte posterior de la pierna/pantorrilla, la parte posterior del muslo (corva) y la parte frontal del muslo (cuadríceps).
“Los calambres en los pies, las manos, los brazos, el abdomen y a lo largo de la caja torácica también son muy comunes”, añade el Jefe de Ortopedia y Traumatología de la Secretaría de Salud estatal.
Suelen presentarlos más las mujeres y su frecuencia se incrementa con la edad, siendo más susceptibles las personas arriba de los 60 años, especialmente si modifican alguna actividad habitual, como calzar zapatos nuevos.
La causa más común de un calambre es que un músculo se fatigue en exceso y la persona esté deshidratada. Otra es tener niveles bajos de minerales como potasio, calcio o magnesio, pero si se debe a estas razones son pasajeros.
“Son frecuentes en deportistas que no tienen una buena hidratación o la deshidratación resultante ocasiona un desbalance electrolítico que a su vez provoca los calambres”, dice por su parte el neurólogo Fernando Góngora.
“Con frecuencia beber agua con electrolitos los alivia, sin embargo, no siempre es así. Los líquidos que se venden para los atletas que reponen electrolitos son útiles”.
El jefe de la Unidad Neurovascular del Servicio de Neurología del Hospital Universitario agrega que también pueden ser provocados por enfermedades particulares del músculo o de los nervios periféricos.
Ejemplo de ellas son algunas neuropatías degenerativas o inflamatorias y ocasionalmente el calambre puede ser el síntoma de mayor queja para un paciente con una enfermedad neuromuscular.
Otra razón es la ingesta de medicamentos o diuréticos que provocan que se pierdan electrolitos y minerales. Lo mejor es prescindir de ellos temporalmente, solicitar la intervención de un médico y practicarse exámenes.
Por su parte, el reumatólogo Mario Alberto Garza afirma que también existen calambres de reposo, cuando la persona duerme, que están asociados con la apnea obstructiva del sueño. Éstos se manifiestan de manera crónica.
“A ellos les ayuda mucho el agua quina y tomar potasio, calcio y magnesio, siempre y cuando lo hagan en diferentes momentos del día”, recomienda el especialista.
Sea cual sea la razón del calambre, los expertos recomiendan estirar y masajear el músculo afectado cuando el espasmo empiece, para que el calor lo relaje y posteriormente colocar hielo cuando el dolor haya mejorado.
Si la molestia continúa, antiinflamatorios no esteroides pueden ser útiles, pero si los calambres son intensos se recetan otros medicamentos.

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