El efecto de una disculpa es casi milagroso. Disculparte con sinceridad te puede salvar de que te despidan, de que tu novio monte en cólera o de perder una valiosa amistad. Hay pocos conflictos que no se pueden resolver por medio de una disculpa honesta.
A pesar de saber esto, muchas personas se niegan a ofrecer una disculpa. El precio que se paga por rehusarse es alto: se rompen lazos familiares o de amistad y se genera resentimiento. Las razones identificadas por los expertos, por las que a muchos se les dificulta ofrecer una disculpa, son las siguientes:

– Orgullo. La persona que evita disculparse está más preocupada por su orgullo que por remediar los conflictos con otros. Y ni qué decir de su indiferencia hacia los sentimientos ajenos. Si atesoramos una relación y deseamos mantenerla, tenemos que enmendar el daño hecho. Disculparse es una buena forma de hacerlo.
– Ignorancia. La mayoría aprende en la infancia a decir “gracias”, “por favor” y “discúlpame”. Algunos nunca lo aprenden. Recordemos que muchas de estas actitudes se adquieren por imitación. Si siendo niños vemos que nuestros padres tienen dificultad para asumir sus faltas, es probable que nosotros lo evitemos en la edad adulta.
– Temor. Algunas personas temen que su disculpa tenga un efecto negativo. Las malas experiencias del pasado hacen que surjan los siguientes miedos: que hablar de la conducta equivocada lleve a una guerra verbal; que el otro se aproveche de la situación y que trate de dar una lección al que trata de arreglar las cosas; que no acepte la disculpa o que abra la puerta a acusaciones y mayor conflicto.
– Debilidad. Admitir que se equivocaron, que hicieron mal o que ofendieron a alguien es para algunos signo de debilidad. No podrían estar más equivocados, pues disculparse es un acto de valentía. Cuando se ofrece una disculpa, no hay certeza de lo que pueda suceder
– Poder. Para los que tienen aversión a las disculpas, emitir una los convierte en perdedores. Estas personas viven las relaciones como una competencia y esperan siempre ganar. Algunos fueron forzados a disculparse en su infancia y lo vivieron con humillación. De ahí la interpretación de que quien se disculpa se somete a una humillación.
– Responsabilidad. Otros creen que disculparse es admitir que son 100% responsables de lo sucedido, cuando en realidad una disculpa se trata de admitir sólo lo que le corresponde. En cualquier relación, cada una de las partes involucradas comparte cierta responsabilidad

Además de la obvia palabra “discúlpame”, existen otras formas de mostrar que uno se siente mal por su comportamiento: dar regalos o actuar muy atento, esperando que el otro entienda que es su forma de enmendar su conducta equivocada. Sin embargo, en ocasiones la persona agraviada necesita escuchar la palabra mágica “perdóname”. En estos casos, si la relación es importante para uno, lo mejor es hacer acopio de fuerza y valentía para expresarla.
Una buena disculpa tiene tres partes: ‘lo siento’… ‘fue mi culpa’… y ‘¿cómo lo puedo reparar?’”: Randy Pausch, experto en ingeniería informática.

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