Delgada es igual a ser bonita y feliz… ¿Y qué adolescente no va a querer ser bonita y feliz?
Todo a su alrededor le indicaba a Sofía que eso era lo “in”. A los 19 años comenzó una dieta, meses después, Sofía, quien pide omitir su verdadero nombre, cruzó la delgada línea que la introdujo casi a un infierno: anorexia.
“En seis meses bajé 25 kilos y te empieza a gustar bajar de peso porque toda la gente te dice que te ves muy bien”, recuerda la joven, hoy de 27 años.
“Cada vez haces más cosas para bajar de peso y siempre sabes cómo hacerle para que no te descubran”.
Su miedo a engordar era tal que incluso dejó de beber agua, tomaba cerca de 25 laxantes diarios, comía prácticamente nada y su obsesión por la báscula crecía.
Durante cinco años se negó a abandonar la enfermedad que también le impidió menstruar por tres años.
¿Cuánto llegó a pesar? Prefiere no recordar ese número.

La salud lo resiente
Aunque Sofía lleva tres años estable, su cuerpo le ha cobrado las facturas por todo el daño que le hizo con su obsesión por bajar de peso, afirma.
Ella actualmente padece arritmia, osteopenia, presión baja y ante cualquier enfermedad leve se afecta su sistema orgánico.
Actualmente vive en Estados Unidos, pero asiste a chequeos con Eva Trujillo, autoridad internacional en Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA).
Una enfermedad mental como la anorexia nerviosa, en la que el o la paciente sufre un intenso miedo por ganar peso y cada vez restringe más comidas, desencadena problemáticas mucho más allá del peso, que incluso, pueden quedarse para toda la vida.
“Un trastorno de la conducta alimentaria afecta cada sistema orgánico del cuerpo, incluyendo el cardiovascular, gastrointestinal, endocrino, dermatológico, hematológico, esquelético y el sistema nervioso central”, explica Trujillo, integrante del consejo de directores de la Academy for Eating Disorders, una de las más prestigiosas del mundo.
“Entre mayor sea el tiempo de síntoma, más grave puede ser la afectación. Al ser procesos tan crónicos, es frecuente que los laboratorios no muestren alteraciones. Las consecuencias médicas de los TCA pueden pasar desapercibidas, aun por los clínicos más experimentados”.
La desnutrición tan severa que provoca la anorexia deja a largo plazo la pérdida de masa ósea que se manifiesta con osteoporosis u osteopenia.
“En la niñas que tienen anorexia justo cuando empiezan su desarrollo puede haber retraso o estancamiento del desarrollo, pueden perder centímetros de estatura”, indica la también pediatra por el Tecnológico de Monterrey.
“Puede haber ausencia de menstruaciones que, cuando la anorexia es muy severa, puede llevarlas a tener enfermedades de los ovarios que haga que puedan caer en infertilidad, es muy raro, pero sí puede suceder”.
La anorexia es la enfermedad mental que tiene la mortalidad más alta de cualquier trastorno psiquiátrico.

En terapia intensiva
El pánico por la comida, que Sofía reitera en varias ocasiones durante su entrevista, la obligó a dejar de tomar agua. Poco tiempo después estuvo a punto de morir y fue operada por tener piedras en los riñones.
“Estando en terapia intensiva fue cuando por primera vez sentí miedo a la muerte y pensé ‘ahora sí no la libro'”, lamenta.
Quienes padecen anorexia tienen 12 veces más de probabilidades de morir por enfermedades respiratorias, 11 veces más de fallecer por males gastrointestinales y 5 veces más de perder la vida por enfermedades cardiovasculares, explica Trujillo, también autora del libro Creo que Tengo un Trastorno Alimentario. Cómo Comenzar de Nuevo.
El sistema gastrointestinal es uno de los que más se afecta con la malnutrición, purgaciones, vómito o laxantes.
“Dentro de los problemas digestivos puede estar el retraso en el vaciamiento gástrico, el estómago tarda mucho en vaciarse, se ve con casos de colitis y gastritis”, señala Trujillo.
La mucosa bucal también se ve fuertemente dañada en las pacientes con anorexia y sobre todo con bulimia, trastorno que se caracteriza cuando la persona, que puede estar delgada o con sobrepeso, pierde el control al comer y la culpabilidad la lleva al vómito, abuso de laxantes, diuréticos y ayunos, entre otras medidas.
Incluso, aunque la especialista aclara que aún no está comprobado científicamente, por reportes de pacientes se cree que por el exceso de vómito y cronicidad de la enfermedad se pueden provocar esófago de Barrett, relacionado con un tipo de cáncer.
“Yo he visto pacientes sin nada de dentadura, a los 30 años tienen completa la dentadura postiza”, dice Trujillo, quien en su consulta privada atiende más de 150 nuevos casos al año.

El fondo del problema
Pasó mucho tiempo para que Sofía pudiera entender por qué le pasó a ella.
Sofía creció en un ambiente social en el que imperaba la moda, sus amigas constantemente hablaban de dietas y las aplicaban. Esto aunado a una familia seguidora de los productos light por la idea de que son saludables.
“Esos factores se unen con los rasgos de mi personalidad y es cuando se hace una bomba”, asegura la joven.
En una entrevista para hablar de adicciones, María Elena Medina-Mora Icaza, psiquiatra, coincidió en que las prácticas de riesgo de las personas con TCA, sobre todo en la adolescencia, dejarán consecuencias en la vida adulta.
Una de las mayores preocupaciones es la depresión, padecimiento que con frecuencia se liga a las personas con este trastorno, agregó la doctora en psicología social. En México el 70 por ciento de los suicidios son por depresión.
Medina-Mora Icaza indicó que entre el 30 y 70 por ciento de las enfermedades mentales son por una vulnerabilidad genética que se manifiesta por los eventos que suceden en el medio ambiente de la persona, en este caso la presión de estar flaca se suma a la carga biológica y se desencadenan conductas de riesgo.
“Es frecuente que a veces que las chiquitas que tienen trastornos alimentarios también se corten las muñecas”, dijo Medina-Mora Icaza.
“El tratamiento es efectivo, sí mejora mucho la calidad de vida de las personas, pero hay que llegar lo más temprano posible, cuando no hayan tenido tantas consecuencias que modifiquen su capacidad de trabajo o educación”.
Un TCA debe ser abordado por un equipo multidisciplinario: médico, psicólogo, psiquiatra y nutriólogo, enfatiza Trujillo, dependiendo de lo avanzado de la enfermedad.
La enfermedad mental, en este caso bulimia y anorexia, se asocia con muchos días vividos sin salud, y ésa es la gran preocupación porque se tiene que trabajar con años de enfermedad, puntualizó.

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