Del comes y te vas, al sonríe por favor. Una docena de años de desencuentros -años más si se incluyen los desplantes de Ernesto Zedillo- concluyeron con un flashazo y el disparo del obturador.
El encuentro entre el presidente Enrique Peña Nieto y el líder histórico de la Revolución cubana se realizó poco después de las 6 de la tarde.
Hasta las 10 de la noche no había detalles del encuentro y previsiblemente el propio Peña los daría a bordo del avión presidencial a su regreso a la Ciudad de México, sobre la medianoche.
Mediático, experto en pose, Peña venía por una fotografía con Fidel Castro y retorna con un álbum de oportunidades.
Antes se le había inquirido sobre el significado de su encuentro con quien él calificó como “líder político y moral de Cuba”. No dudó en caracterizarlo como histórico y una gran oportunidad para “relanzar” la relación con la isla.
Dijo que en esta su primera visita a Cuba, era de gran significado la reunión “con un personaje de la historia de la región y del mundo”.
Y al decirle que cuando él apenas iba a entrar a la primaria, Castro ya llevaba seis años en el poder, Peña respondió: “México invariablemente ha sido muy respetuoso de los procesos de cambio de cada País, y respetuoso de la libre autodeterminación. Nuestro Gobierno muestra amistad sin condiciones; trabaja para el desarrollo y está interesado en compartir experiencias de éxito”, dijo.
México, expresó, quiere construir una relación bilateral fraternal.
Habló de abrir espacios de participación a inversiones mexicanas en Cuba para consolidar una “relación de hermandad histórica”.
Fidel Castro ya había recibido a otros presidentes que acudieron a la reunión de la CELAC. A la argentina Cristina Fernández, a la brasileña Dilma Rousseff y al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. También recibió en tanda a Evo Morales, de Bolivia; Rafael Correa, de Ecuador, y Daniel Ortega, de Nicaragua, a quien sentaron en una mecedora.
Entonces, cómo no iba a recibir a Peña.
La cita ocurrió en la casa que habita Castro en Villa Clara. El encuentro habría durado poco más de una hora.
Peña retornaba con la fotografía con Fidel, por la que vino, y sonriente se la llevó. Su deseo era reanimar las relaciones con Fidel Castro en vida, con su bendición, su anuencia, su simpatía.
Peña cenó y se fue. Con una foto para su álbum.
EPN cenó y se fue… con foto de Fidel
Peña iba a Cuba por una fotografía con Fidel Castro y retorna con un álbum de oportunidades.