Es uno de los puntos donde se acaba la ciudad. Tres calles más arriba sólo queda un empinado cerro donde se desperdigan cactus y algunas viviendas por demás modestas. A lo lejos, como curioso contraste, se aprecia el blanco caserío y las alturas de Gran Jardín.
Ahí, reposan ya algunos adobes. Son el ejercicio de calentamiento de algo mucho más grande que se cocina en la colonia El Castillo Azul, en el corazón de la marginada periferia del norte de León. Es ahí donde quedara plantado el Centro Cultural Imagina.
Es el nuevo capítulo de una obra social impulsada desde esfuerzos civiles que tiene ya casi 20 años y cuyos frutos anteriores fueron el Centro Comunitario Virgen Reina de la Paz, el jardín de niños, la Biblioteca Infantil y la Orquesta Infantil y Juvenil Imagina.
Aunque está planteado para servir como casa de esta última agrupación, el Centro Cultural es más que eso: se trata de un edificio creado bajo los principios de la bioarquitectura, en el que intervienen especialistas de cinco países y que será un parteaguas no solo constructivo, sino también social.
Uso intensivo de adobe fabricado en el mismo sitio de construcción; empleo de materiales reciclados, pautas de diseño sustentable para ahorro de energía, reciclaje total de aguas y elementos bioclimáticos como techos verdes y reforestación con especies autóctonas, son parte de las estrategias que empleará el recinto cuyos cimientos se pondrán en las próximas semanas.
“La idea es que el propio edificio sea un ejemplo a seguir en todas las casas de la comunidad primero y después de la ciudad y el mundo”, comenta el arquitecto brasileño Peter van Leñen, un experto internacional en bioarquitectura y cabeza del equipo de diseño del Centro Cultural Imagina.
Mejorando la casa
Fueron las necesidades de la Orquesta Infantil Imagina, iniciada en 2009, las que hicieron germinar la idea del Centro Cultural, según explica Luz de Lourdes Arena de Orozco, presidenta del patronato de la Biblioteca Infantil Imagina.
“En la orquesta tenemos 130 muchachos y no pueden tomar su clase juntos. La mayoría están en el Centro Comunitario, pero otros deben estudiar en el kínder y la biblioteca, por ello desde hace dos años pensamos en un nuevo edificio que pudiera ofrecer más cosas”, explica Arena.
Fueron los hijos de Lourdes Arena, arquitectos e ingenieros, quienes sugirieron acudir a Peter van Lengen, hijo de Johan van Lengen, el autor del célebre “Manual del arquitecto descalzo” y un especialista en bioarquitectura que había levantado proyectos en Asia, África y Latinoamérica, los cuales se volvían experiencias comunitarias.
“La idea es que sea la gente de la misma comunidad la que se involucre en la construcción del Centro Cultural y aprenda estas técnicas constructivas para que después las pueda aplicar a sus propias casas”.
“Tendremos talleres de adobe, premoldeados de cemento y composta que estarán funcionando aún después de terminado el edificio”, explicó Van Lengen.
El arquitecto brasileño, que para este proyecto cuenta con la colaboración del alemán Gernot Minke, una eminencia de la bioarquitectura, se decanta por el adobe por su accesibilidad y su nobleza con el entorno natural, además de sus ventajas como regulación climática.
“Sin importar la época del año, dentro del edificio habrá una temperatura de alrededor de 27 grados. El adobe es templado en invierno y fresco en verano, además de que con el mantenimiento adecuado el edificio puede durar como mínimo 500 años”, señala.
Arquitectónicamente, el Centro Cultural será un edificio de dos plantas de cerca de dos mil 700 metros cuadrados, en un terreno de una hectárea.
Su construcción, con métodos alternativos, llevará al menos dos años, con otros dos años para afinar su proyecto ambiental y paisajístico circundante, pues se pretende que sea un nodo social y ecológico.
Algunas de las ideas defendidas por el proyecto son audaces dada la escala: “No usaremos grúas ni maquinarias pesadas, no traeremos materiales desde grandes distancias; usaremos sólo maderas y plásticos reciclados y pintaremos con soluciones hechas de materiales naturales: cal, tierras o cenizas y no sacaremos ni una sola gota de agua residual al drenaje o al canal, todo se reciclará”, expresa Van Lengen.
La primera etapa del Centro Cultural Imagina está dentro de la bolsa de proyectos culturales leoneses que este año serán apoyados con 9.3 millones de pesos de recursos federales, gracias a gestiones que el patronato de Imagina ha hecho con los diputados originarios de la ciudad.
“No son suficientes recursos para toda la obra, pero confiamos en que tendremos más apoyos tanto de la iniciativa privada y ciudadanos para concluirla”, finalizó Lourdes Arena.
“Imagina” prepara revolución de adobe en León
En unas semanas inicia la construcción del Centro Cultural, una audaz propuesta de edificio sustentable y comunitario.