No importa que no lleven consigo dinero, ropa o zapatos adecuados, ni comida suficiente para el camino, porque la fe de los sanjuaneros es grande y es lo que los mueve a visitar a la Virgen de San Juan de los Lagos.
Ya sea por gusto, devoción o manda, cada año miles de peregrinos de Salamanca, Irapuato, Celaya, Hidalgo, San Diego, México, se las ingenian para cumplirle a “Sanjuanita”.
Belesio Torres, de 78 años de edad y quien iba acompañado por su esposa y varios amigos desde San Diego, dijo que ya no podía “ni con él mismo” ya que padece del corazón y el camino ya se le hace muy pesado.
“Ya no la hago, ya me traen casi cargando; sí camino, pero poco a poquito”, comentó.
Reposando sobre la cajuela de una pequeña camioneta, Belesio contó que este año iba a faltar a la fiesta de la Virgen porque no tenían dinero, pero se armó de valor y convenció a su mujer.
“Con que haya para la gasolina, aunque no tengamos para comer, aunque sea llevamos unas duras para el camino y unos frijoles para cocerlos en el descanso”, añadió al borde del llanto y expresó que desde hace años realizan el viaje con devoción.
“Cuando visitas a la Virgen no falta quién te dé de comer, donde quiera nos socorren. No te creas, ya nos sentimos cansados pero vengo con gusto porque me acuerdo de cuando podía”.
La ida a San Juan de los Lagos es aquel camino de esperanza que no cambia la fe de los sanjuaneros; tal es el caso de Paula Huerta, quien durante 24 años consecutivos ha caminado desde San Luis de la Paz hasta la puerta de la Basílica.
“He tenido cosas muy grandes por la Santísima; la primera vez que conocí a Nuestra Madre fue porque a mi niña de tres meses   la iban a operar del corazón”, confesó.
Comentó que su hija estaba hospitalizada pero la sacó porque ya se la había encomendado a la Virgen.
“Los doctores me hicieron firmar un papel de responsable de que si fallecía mi hija iba a ser mi culpa; y les dije que hasta que regresara del viaje a San Juan se las entregaba para que le hicieran lo que quisieran”, recordó.
“En ese momento no pensaba en nada y en cada pueblo que llegaba me decían que regresara a la niña, pero seguí hasta llegar allá; cuál fue mi sorpresa que regresando la hospitalicé, le hicieron los estudios necesarios para operarla y luego me dijeron que la niña estaba bien; ¿Con qué le pago ese milagro a la Virgen?”.
Explicó que aunque a veces no tiene dinero para visitarla, hace hasta lo imposible para conseguirlo y no fallarle a la milagrosa “Chaparrita” de San Juan.

Ofrecen sacrificios

Muchos sanjuaneros ofrecen sacrificios a la Virgen a cambio de que les ayude a solucionar sus problemas, como Ramón Hernández, de 58 años.
El celayense le pidió que le ayudara a superar de una vez por todas su alcoholismo.
“Lo que le pido es que me ayude, no le juro porque después no cumplo; vengo todo ampollado y casi no puedo ver porque tengo cataratas, pero hay que seguirle, ya he tenido muchos problemas por mi vicio”, aceptó.
Dijo que son jornadas largas pero que es muy bonito y se siente agradable cuando ve de cerca a “Sanjuanita”.
El director de Protección Civil Municipal, Crescencio Sánchez Abundiz, dijo que desde que los peregrinos llegaron a León y se instalaron en el campamento cercano a la “Y” se les ha apoyado en vialidad, con la limpieza y se les hizo llegar agua, luz, sanitarios y asistencia médica.
“Ayer la Caravana de la Fe se encontraba descansando para tomar fuerzas y continuar con su camino”, comentó el funcionario.

Camina 19 horas

Una nueva y diferente experiencia es la que vivió Toño Ortiz Montana en compañía de sus tías, quienes lo motivaron a caminar por primera vez a San Juan de los Lagos.
Desde pequeño, Toño quería ir con su familia, pero no se había presentado la oportunidad pues sabían que era un trayecto pesado y podría no llegar.
Este año por fin se decidió, alistó su mochila con lo necesario y emprendieron el camino.
“Mis tías hicieron que me dieran más ganas de ir a visitar a la Virgencita, por ser mi primer año creí que iban a ser más horas, pero me fue bien, fue muy bonito”, dijo.
Fueron alrededor de 80 kilómetros y 19 horas lo que caminó para poder llegar a ver la “Chaparrita”; en algunos tramos sintió demasiado cansancio, pero eso le hacía tomar fuerzas y nunca pensar en que no llegaría.
Al entrar a la Basílica una emoción lo invadió y las lágrimas brotaron, pero éstas fueron de la alegría y el orgullo de haber logrado su meta.

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