En el marco de su ofensiva para controlar la creciente inflación, el gobierno acusó el lunes a la petrolera angloholandesa Shell de tener una “actitud conspirativa” por aumentar en 12% el precio de sus combustibles, cuestionamiento que la empresa rechazó al señalar que intenta defenderse de los aumentos de los costos.
“No tiene razonabilidad técnica”, sostuvo en una rueda de prensa el jefe de gabinete, Jorge Capitanich, sobre el incremento que rige desde la madrugada del lunes. El funcionario dijo que la empresa actúo de forma “unilateral” y denunció que le mueve “la codicia, la estrategia de imponer condiciones como grupo económico”.
Shell dijo en un comunicado reproducido por medios periodísticos que el aumento responde “la evolución de las distintas variables que afectan el mercado de los combustibles en la Argentina” y al “fuerte incremento en pesos que se está produciendo en el costo del petróleo crudo, nuestro principal insumo”.
En tanto, Juan José Aranguren, presidente de la filial en Argentina de la petrolera, salió al paso de las fuertes recriminaciones al señalar a Radio Mitre que Capitanich “está abusando” porque empleó “palabras muy fuertes contra la obligación de una petrolera de tratar de defender el interés para el cual está operando en la economía”.
Aranguren se preguntó si “es codicia” aumentar los precios de los combustibles 12%, cuando un mes antes “el proveedor aumentó el costo de la materia prima en un 23%”. “Hay una realidad: en los últimos meses la tasa de devaluación se ha acelerado”, sostuvo el directivo al justificar el aumento.
El empresario le pidió a Capitanich que recuerde que “desde diciembre de 1991 en la Argentina el petróleo crudo se comercializa en dólares”, por lo cual, las petroleras lo pagan “en pesos, pero siguiendo la evolución del dólar, pagando el tipo de cambio del día de cierre anterior al efectivo pago…. (por lo que ) el incremento en pesos que sufre la materia prima sigue el movimiento del dólar en la economía argentina”.
El taxista Julio Giménez dijo a la AP al evaluar la medida que “como trabajador sí afecta; un 12% más en la recaudación diaria son 40-50 pesos (4,98-6,23 dólares) que multiplicado por veinte y picos días de trabajo (al mes) es mucha la diferencia. Ahora, si es conspiración o no, no lo sé. Lo sabrán ellos (Shell) los costos que tienen”.
En gasolineras de Shell en Buenos Aires se vendía la gasolina Súper a 10,46 pesos (1,30 dólares) el litro, la Premium a 11,86 (1,47 dólares) y el gasoil a 9,32 (1,16 dólares). En otras gasolineras que son concesionarias de Shell la gasolina súper se vendía a 10,96 pesos (1,36 dólares) el litro y el diésel a 9,98 pesos (1,24 dólares). La inflación, que está en 28% según economistas privados, es una de las principales preocupaciones de los argentinos.
Capitanich indicó que el gobierno venía trabajando en una estrategia “que permitía el diálogo entre las partes para trabajar toda la cadena de valor, todo el sistema de abastecimiento de crudo y el precio final del bien…para generar las condiciones de abastecimiento y fijación de precios”.
Según medios de prensa económicos, días atrás las principales compañías petroleras que refinan y comercializan productos en el país no tenían previsto modificar los precios que le llegan al consumidor.
Al continuar con sus críticas a la empresa, Capitanich recordó que Shell realizó supuestas maniobras especulativas en una de las jornadas de enero en que el peso argentino sufrió una fuerte devaluación de más de 15%. El ministro coordinador señaló, tal como denunció el gobierno en ese entonces, cuando denunció que Shell compró 3,5 millones de dólares, que la empresa hizo “una operación cambiaria junto al (banco) HSBC” para llevar el tipo de cambio a 8,40 pesos.
Después, según operadores del mercado, el Banco Central salió a vender 100 millones de dólares para volver a la situar a la divisa por debajo de los 8 pesos.
Aranguren rechazó las acusaciones en declaraciones al diario económico El Cronista Comercial al señalar que la empresa compró divisas para importar y girar dividendos previamente autorizados por la entidad monetaria al precio que le fijó el banco HSBC.
Shell tuvo en 2005 un entredicho con Néstor Kirchner, fallecido marido y antecesor de la presidenta Cristina Fernández, cuando el entonces mandatario llamó a un boicot contra la petrolera porque ésta había aumentado los precios.
* El periodista de AP en Buenos Aires Cristian Kovadloff colaboró con este despacho.