La corrupción en México es un fenómeno tan arraigado que los ciudadanos ya no lo identifican como un problema de gran magnitud, alertó en entrevista Marta Lagos, directora de Latinobarómetro.
“Si vives en un País donde llueve todos los días, la gente ya no se fija tanto en la lluvia.
“Eso mismo ocurre con la corrupción en México, que está tan metida en el sistema que no llama la atención del mexicano”, señaló.
El Latinbarómetro es el mayor estudio de opinión pública de Latinoamérica, elaborado a través de 20 mil entrevistas en 18 países de la región.
De acuerdo con los datos de 2013, la corrupción figura entre las tres principales preocupaciones del mexicano, pero con apenas un 6%, muy distante del 28% que preocupa la delincuencia y del 65% que se le asigna a los problemas económicos.
“Pasa algo parecido con la violencia en países como Honduras o El Salvador. Los niveles de homicidios son alarmantes, pero las respuestas de la gente no te lo reflejan porque el umbral de tolerancia es ya muy alto”, dijo.
México es además uno de los países de la región con menos confianza en la democracia y sus instituciones, algo que para Lagos tiene que ver fundamentalmente con la violencia.
“Aunque hubo un rezago, el apoyo a la democracia creció durante la transición, pero luego la violencia empezó en seguida a minar ese apoyo, empezó a desgastar la fe en la democracia”, argumentó.
El apoyo ciudadano a la democracia cayó desde el 63% de 2002 al 37% en 2013.
Los mexicanos también muestran un marcado pesimismo en comparación con otras naciones latinoamericanas.
“El impacto del crecimiento económico no se ha visto reflejado, no han cambiado cosas importantes para la gente”, dijo Lagos, subrayando que existe un contraste con las expectativas internacionales y con las del propio Gobierno mexicano.
“La comunidad internacional es un pésimo termómetro para medir a las sociedades latinoamericanas, no han acertado en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia. Se han equivocado tantas veces…”, dijo.
Este grupo de países donde el crecimiento económico no se ve acompañado de una mejoría evidente en las vidas de los ciudadanos, abundó la analista, son los más proclives a vivir protestas.
“Las protestas no son ya movimientos articulados, no son como en los años 60’s. Son protestas desarticuladas, que no necesariamente se transforman en una revolución”, dijo.
En México existe, además, una enorme diferencia entre la percepción ciudadana y los datos manejados por instituciones como el Banco Mundial en cuanto a clases sociales se refiere.
Así, por ejemplo, un 11% de los mexicanos se consideran de clase alta, mientras que según el Banco Mundial sólo un 1% encaja con dicha definición.
Advierten que México tolera la corrupción
Según Latinobarómetro, el fenómeno está tan arraigado en el País que los ciudadanos ya no distinguen su magnitud