La tradición de que los amigos se reunieran en la tienda de la esquina, de ser atendido con la amabilidad y del olor peculiar de las tienditas se está acabando, aquellas tiendas de tradición están siendo sustituidas por tiendas de autoservicio.
Cuando hace algunos años aún se disfrutaba de las tienditas en las que pedías bolillo con vinagre, pan de panadería, churros, o te atendía el dueño ya fuera muy enojón o muy agradable, eso le impregnaba un estilo único a las tiendas, en donde veías que se reunían los amigos, donde los más chicos entraban y salían y donde las amas de casa surtían su mandado.
Hoy, esas bonitas tradiciones se han acabado, y aunque exista quien defienda la modernidad, se está perdiendo la calidez humana, el trato directo, la atención y las recomendaciones de quienes atendían las tienditas de la esquina.
Cómo olvidar a tantos propietarios de tienditas, como Don Chago, Doña Trina, La Güera, Mague o Don Luis, sólo por mencionar algunos de los tantos que nos atendieron con esas personalidades tan especiales.
La presencia de estos lugares de autoservicio ha marcado su estrago en la tienda que fuera del señor Luis Serrano Infante y que hoy atiende su hijo Antonio Serrano Martínez, Abarrotes “Sin Fin”, así se le nombró desde 1956, ahí en la esquina del Río Verde, ahí donde nunca faltaban los amigos, la noticia, lo último de los deportes, el juego entre “cuates”, la amistad y la camaradería.
Aquellas construcciones de apenas 3 por 8 metros, con techos altos y vigas, con fuertes puertas de Madera de mezquite, donde tenías que entrar cuando otro saliera y si no, todos apretaditos, donde olía a mezcla de dulces con pan, chiles y gelatinas caseras.
En esos tiempos no se necesitaban las cortinas de acero, todos se conocían y nadie sería capaz de robar a un conocido; no se requería de grandes escaparates ni de exhibidores de cristal o grandes pasillos para comprar lo que en realidad se necesitaba.
Después de más de 50 años, el señor Antonio admite con nostalgia que se va de la esquina entre Allende y Obregón. Entre los altos costos de la renta y el golpe económico que ha significado la llegada de las tiendas de autoservicio, el señor Antonio dice que hace desde 5 años aproximadamente que las cosas no son igual.
Sufren por no vender
“Pues duele admitirlo, pero ya las cosas no son como antes, nada que ver como cuando mi papá comenzó o luego, cuando siguió mi hermana y todavía en estos años que tengo yo, esto es de hace como 5 años para acá, claro que esas tiendas nos han pegado, y si a eso le agregamos que la luz y la renta sigue creciendo mientras que las ventas bajan, pues sí, sí nos pega”.
Desde el año 1956 el señor Luis comenzó abarrotes “Sin Fin”, y luego fue su hija Lola quien la atendió por más de 15 años. Y aunque el señor Antonio siempre estuvo apoyando a su padre y a su hermana, fue hasta el año 99 que la tienda fue atendida por él al 100% con la ayuda de su hermano mayor Luis y de sus hijos Daniel, Sara y Ma. de la Luz.
Y aunque abarrotes “Sin Fin” cambiara de domicilio a unos cuantos metros más adelante sobre la calle Allende, la nostalgia de haber permanecido en esa esquina por tantos años, acompañando a su padre, a la familia y a los amigos, hoy dice adiós a la esquina del Río Verde, pero ciertamente no es el fin.
Como a ellos, la presencia de las tiendas de autoservicio ha sido motivo para que muchos otros propietarios de tiendas de abarrotes hayan cerrado sus puertas o en su caso bajado sus ventas, como algunos de ellos comentan, sin embargo, quienes tuvimos la oportunidad de ir a comprar a la tienda de la esquina, sin duda recordamos con añoranza aquellos tiempos.

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