Sumergido en un sombrío presente durante su primera temporada al frente de Manchester United, David Moyes hace lo que puede con las cartas que le dio el club. Una plantilla que necesitaba algo más que retoques cuando Alex Ferguson se retiró ha perdido fuelle y parece incapaz de competir con la élite.

Los gigantes del fútbol inglés sufren un nuevo golpe cada mes, mientras la transición tras 26 años de reinado de Ferguson resulta más difícil de lo que los aficionados o los propietarios podrían haber previsto. Bajo el mando de Ferguson, la meta era ganar trofeos. Ahora se trata de evitar más vergüenzas, pues Man U está eliminado de las copas nacionales y marcha sexto en la liga Premier, a 11 puntos de los puestos que clasifican a la Liga de Campeones.

Con la necesidad de levantar el trofeo en mayo si quiere volver el proximo año a la Champions, la llave del United con el Olympiacos por los octavos de final parecía un regalo de la UEFA para Moyes. Pero el equipo estuvo insípido el martes en su visita a Grecia, y no representó ninguna amenaza en el ataque ni mostró cohesión defensiva en la derrota por 2-0.

Hace treinta años, antes de la era Ferguson, el United remontó ese déficit ante el Barcelona para avanzar en la Recopa de Europa en Old Trafford. Pero ese tipo de hazaña parece más allá de las posibilidades de este grupo de jugadores, para los que el Teatro de los Sueños, como se conoce al legendario estadio, se ha convertido en el escenario de demasiadas pesadillas esta temporada.

“Asumo la responsabilidad, es mi equipo”, dijo Moyes tras el partido ante Olympiacos.

El mensaje desde el interior de Old Trafford es que Moyes tiene la confianza para liderar el renacimiento del club.

¿Qué tanta culpa tiene Moyes en las desgracias del United? El escocés fue elegido para reemplazar a su compatriota en parte por su bajo perfil y porque no irrumpiría intentando despedazar la nómina.

Aunque el United ganó el año pasado su 13er título de la Premier bajo Ferguson, con 11 puntos de ventaja, ese éxito enmascaró la necesidad de fortalecer una plantilla envejecida.

Sin embargo, el plan de sucesión se llevó a cabo con rapidez, y a Moyes le dieron el cargo —al principio en secreto— para cubrir una de las vacantes más difíciles en el fútbol.

Quizás el United no reconoció plenamente el papel que desempeñó Ferguson para llevar al equipo más allá de sus límites, aunque los accionistas del club habían advertido los peligros de que el entrenador más exitoso y temido del fútbol británico entregara su cargo.

“Cualquier sucesor de nuestro actual técnico puede no ser tan exitoso”, dijo el United cuando se preparaba para salir a la Bolsa de Valores de Nueva York en 2012. “Una caída en el rendimiento de nuestro primer equipo podría afectar adversamente nuestra capacidad para atraer y retener entrenadores y jugadores”.

Como quedó demostrado en la primera ventana de transferencias que tuvo Moyes. Después de que falló la contratación del centrocampista del Barcelona Cesc Fabregas, el belga Marouane Fellaini fue el único gran fichaje del verano, pero ha tenido poco impacto durante una temporada plagada por las lesiones.

Las fallas en la planificación para la era post-Ferguson se han hecho evidentes en los últimos meses, y de la sala de juntas del United ha surgido un mensaje diferente sobre la estrategia de este verano. El vicepresidente Ed Woodward aceptó que el equipo necesita una significativa reforma.

En lugar de construir a partir de una posición de fuerza, como era posible el año pasado, el imperio debe ahora contratacar desde una de debilidad.

“No tenemos miedo de movernos en el mercado de una manera que no hemos visto en los últimos años”, dijo Woodward en una conferencia telefónica con los expertos de Wall Street hace dos semanas.

El español Juan Mata fue persuadido para llegar del Chelsea el mes pasado por 31,7 millones de libras (62 millones de dólares), una cifra récord para el club. Y a Wayne Rooney lo convencieron de firmar un nuevo contrato la semana pasada hasta el año 2019, un poderoso (y costoso) mensaje al mundo de que el club aún es capaz de retener el talento.

Aunque no dispute los títulos esta temporada, el United sigue siendo el indiscutible campeón comercial del fútbol inglés, en momentos en que la familia Glazer consolida una formidable operación de mercadeo. El club espera generar unos 430 millones de libras (718 millones de dólares) en ingresos esta temporada, a pesar de que esa prosperidad disminuiría con reveses duraderos en el terreno de juego.

El gran temor es que los 20 veces campeones de la liga inglesa se transformen en el próximo Liverpool, que está en alza después de haber pasado muchos años sin celebrar, pues ganó el último de sus 18 títulos en 1990.

El club no querrá vivir de sus éxitos del pasado por mucho tiempo, pero ahora mismo es difícil vislumbrar el próximo trofeo.

“El United necesita seis jugadores de clase mundial”, dijo abiertamente el ex capitán Roy Keane, hoy comentarista de televisión. “Yo creo que David Moyes se sorprendió. Cuando fue al United en el verano probablemente vio a los jugadores y esperaba grandes cosas”.

“En privado probablemente lo sorprendió la falta de calidad con la que tiene que trabajar”.

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