Miles de soldados de fuerzas internacionales enviados a la volátil República Centroafricana están ahí para evitar que el país se separe, dijo el presidente francés el viernes, días después de que el parlamento galo votara para prolongar la misión militar en su antigua colonia arruinada por la violencia entre cristianos y musulmanes.
Es la segunda visita a la capital Bangui que hace el presidente Francois Hollande desde que Francia aumentó sus soldados aquí a 1.600 en diciembre como parte de la Operación Sangaris. Tres meses después, París prometió otros 400 elementos. El vecindario que rodea al aeropuerto sigue siendo caldo de cultivo para los enfrentamientos entre los cuerpos de paz y los extremistas que buscan desarmarlos.
Con una fuerza europea de 1.000 en camino y las fuerzas africanas ya desplegadas en el lugar, Hollande afirmó que un total de 9.000 soldados serán enviados para “acabar con las venganzas, restablecer la autoridad del gobierno, permitir el diálogo y evitar que el menor intento divida a la República Centroafricana”.
La misión francesa se ha vuelto más compleja de lo que se preveía, elevando los temores de que se vuelva un conflicto sangriento y prolongado. Dos soldados franceses ya murieron tratando de desarmar a los rebeldes centroafricanos.
El arribo de más militares galos a comienzos de diciembre coincidió con un intento de golpe de estado por parte de milicianos cristianos que buscan derrocar al gobierno musulmán rebelde, acusado de cometer decenas de abusos a los derechos humanos. La tropa francesa fue bien recibida en la capital de Bangui, con los refugiados cristianos celebrando al ruido de los helicópteros franceses sobre sus cabezas.
Sin embargo, en meses recientes ha crecido la frustración por la falta de seguridad en muchos vecindarios. En los restos quemados de tiendas musulmanas saqueadas hay grafitos en las paredes contra los musulmanes y ahora también consignas como “No a Francia” y “¡Sangaris váyanse!”.