Rusia difícilmente retirará sus fuerzas armadas de la península de Crimea, dicen analistas y ex funcionarios del gobierno de Barack Obama, lo cual limita la estrategia de Estados Unidos y Europa a tratar de impedir al presidente Vladimir Putin que avance en otras regiones de la antigua república soviética.
Es una perspectiva inquietante para Obama, quien debe demostrar que es capaz de presionar a Putin en un conflicto creciente entre Oriente y Occidente. Hasta el presente, la amenaza de sanciones económicas, la cancelación de negociaciones comerciales con Moscú y la suspensión de planes para asistir a una cumbre del G8 en Rusia no han servido para convencer al gobernante ruso que retire sus fuerzas de Crimea.
“No soy optimista, no creo que se vayan”, dijo Michael McFaul, embajador de Obama en Moscú hasta hace una semana.
McFaul dijo en entrevista por la televisora MSNBC que expresaba una opinión personal, no la del gobierno. Funcionarios de la Casa Blanca han condenado las maniobras militares rusas en Crimea como violación del derecho internacional e insistido que se opondrán a la ocupación prolongada de la península.
“Eso no lo consideraríamos aceptable”, dijo el vocero Jay Carney el martes.
Un alto funcionario dijo que corresponde al gobierno central ucraniano decidir el futuro de Crimea, donde casi el 60% de la población se identifica como rusa. El funcionario dijo que Washington se opondría a cualquier intento ruso de anexar Crimea o reconocer su independencia, pasos similares a los que dio Moscú en su conflicto con Georgia en 2008.
Ucrania padece desde hace meses una crisis política detonada por el rechazo del entonces presidente Viktor Yanukovich a una sociedad con la Unión Europea. Yanukovich, quien optó por estrechar los lazos históricos con Rusia, huyó del país la semana pasada y las fuerzas rusas penetraron en Crimea a pesar de las advertencias de Obama de que la violación de la integridad territorial de Ucrania tendría consecuencias.
El rechazo inmediato y despectivo de las amenazas de Obama por parte de Putin generó una nueva ola de críticas republicanas. El senador John McCain acusó a Obama de tener “una política exterior cobarde y nadie cree ya en la fuerza de Estados Unidos”.
Obama y sus asesores insisten que disponen de una gama de opciones, que incluyen sanciones económicas. La Unión Europea parece tener una actitud más cauta, pero los 28 gobernantes del bloque se reunirán el jueves en Bruselas.
Pero por duras que sean las sanciones económicas, algunos analistas consideran que sería demasiado tarde para revertir el curso de los acontecimientos en Crimea.
“La idea de que hay una disputa en torno de Crimea es un poco tonta”, dijo Matthew Rojansky, analista de Rusia en el instituto de investigaciones políticas Wilson Center. “Está en manos de Rusia y siempre estuvo a punto de caer en manos rusas”.
Rojansky dijo que la tarea más apremiante para Washington es impedirle a Putin avanzar en las zonas prorrusas de Ucrania oriental, donde se observan algunas escaramuzas étnicas. Putin dijo el martes que no tenía motivos para intervenir allí, pero agregó que se reservaba el derecho de hacerlo si los rusos en la región corrían peligro.

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