La línea que divide el trabajo de un diseñador industrial y el de un arquitecto a veces es muy delgada, sobre todo cuando las dos disciplinas colocan como prioridad un fin humanista: servir al usuario y embellecer su entorno, según la experiencia del académico Josh Owen.
Este diseñador industrial estadounidense, fundador de la firma creativa que lleva su nombre y catedrático del Instituto de Tecnología de Rochester, en el Estado de Nueva York, conversó sobre el rol actual de sus colegas y su aportación a la cultura arquitectónica y la estética contemporánea.
“En cierto punto”, dijo Owen, “es una cuestión de escala. No importa si eres arquitecto y estás por construir un edificio o un diseñador industrial y vas a crear un mueble valorando las complejidades que diferencian sus procesos de ejecución, una perspectiva humanista es el puente que conecta el trabajo de ambos profesionistas”.
El enfoque al que hace referencia el experto es, en su experiencia, palpable en la escena creativa moderna, en la que arquitectos, decoradores y diseñadores industriales, de moda o de materiales colocan la funcionalidad y el servicio al hombre como fin principal.
“Incluso puede que la responsabilidad recaiga un poco más sobre los diseñadores industriales porque su formación los capacita para materializar ideas de todo tipo, de las que se nutren arquitectos, ingenieros e incluso artistas”, explicó.
En el caso del diseño industrial enfocado a mobiliario, accesorios decorativos o para el hogar, hay una lección en especial en la que Owen hace énfasis con sus alumnos y que tiene que ver con la precaución de no caer en excesos y saber encontrar el balance entre la novedad de un descubrimiento y la discreción que lo hará atemporal.
“Es una sociedad más conectada que nunca, en la que los jóvenes se pueden deslumbrar con modas y tendencias que nada tienen que ver con el fundamento básico del diseño, que es contribuir a la sociedad con piezas trascendentes por lo obvio en su valor práctico y estético. 
“Por eso es importante, aunque muy difícil, entender y aplicar la moderación, distinguir nuestros esfuerzos e ideas y seleccionar lo que representa el verdadero núcleo del producto, la verdadera contribución que proponemos para resolver un problema”.
El catálogo de Owen refleja esa ideología. Sus piezas, además de una sencillez que le ha dado a su trabajo el calificativo de elegante, denotan un factor de innovación contenida en un mínimo de elementos.
Una de sus creaciones, por ejemplo, una menorah en hierro fundido cuya base recibe el escurrimiento de las velas y los cerillos empleados en encenderlas representa la armonía entre la funcionalidad esperada en un objeto como ése y un diseño atemporal libre de modas.
“Al final del día, un buen diseño hace eso”, afirmó el creativo, “celebra y permite el funcionamiento de un objeto de manera sencilla sin quitar elementos propios de su naturaleza”.

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