Cristina Fernández, presidenta de Argentina, llegó atrasada y cojeando al encuentro el lunes con el papa Francisco en el Vaticano tras haber sufrido un esguince en su tobillo izquierdo.
La mandataria lucía un tutor negro, que le pusieron en un hospital de Roma para inmovilizarle el tobillo.
Ella misma explicó a los periodistas que había llegado tarde al almuerzo con el papa debido al percance.
La Unidad Médica Presidencial emitió un comunicado en el que señaló que la presidenta sufrió la noche del domingo una torsión del tobillo izquierdo mientras caminaba por su habitación.
Agregó que “se le efectuó una resonancia magnética nuclear en el hospital universitario Umberto I de esta ciudad, determinándose el diagnóstico de esguince de tobillo izquierdo”.
“Se indicó el tratamiento correspondiente y se inmovilizó la articulación con una férula”, concluyó.
El papa argentino almorzó con la mandataria de su país en la residencia de Santa Marta, en el Vaticano, donde reside, en el tercer encuentro con la presidenta.
El portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, señaló en un comunicado que el encuentro tuvo “como objetivo presentar al santo padre el saludo, el augurio y los sentimientos de afecto del pueblo argentino en ocasión de cumplir el primer año del pontificado”.
Al llegar, el papa saludó a los periodistas, envió un saludo a los argentinos y pidió que recen por él.
La presidenta llegó el domingo a Roma, primera etapa de un viaje por Europa en el que visitará además París.
Cristina Fernández llega cojeando al encuentro con el papa
La presidenta de Argentina llegó con una lesión en el tobillo izquierdo, el cual sufrió en la habitación donde se encontraba hospedada. La visita fue