Es llamado el pollo del infierno: un dinosaurio similar a un ave de aproximadamente 2.13 metros de altura que pesaba cerca de 225 kilogramos cuando vagaba por el oeste de Norteamérica sobre sus largas y delgadas patas.
La bestia obtuvo su apodo hace bastante tiempo en el Museo Carnegie de Ciencias Naturales en Pittsburgh, donde ha estado en exhibición una réplica de su esqueleto desde hace una década.
Pero la criatura no tenía un nombre científico, hasta ahora.
La criatura fue presentada formalmente a la comunidad científica el miércoles, cuando científicos publicaron una descripción y análisis de su anatomía y, finalmente, un nombre: Anzu wyliei. El apodo está conformado con el nombre de un demonio emplumado mitológico más el nombre del nieto de un albacea del museo Carnegie.
El Anzu tenía un pico sin dientes y una cresta similar a la de un gallo, junto con extremidades superiores largas y garras afiladas de aproximadamente 10 centímetros. Al parecer tuvo plumas sobre gran parte de su cuerpo.
El análisis, contenido en la revista PLoS One, concluye que Anzu pertenece al grupo de dinosaurios del cual los científicos saben poco debido a que se ha recuperado sólo restos fragmentarios de sus miembros. En cambio, los tres especímenes de Anzu de las Dakotas que fueron incluidos colectivamente en el análisis proporcionan un esqueleto casi completo, dijo Matthew Lamanna, del museo Carnegie.
Anzu “revela la anatomía de estas criaturas casi de pies a cabeza”, agregó Lamanna, autor principal del nuevo documento.
El dinosaurio vivió hace aproximadamente 66 a 68 millones de años en un paisaje cálido y húmedo, semejante al bayou o pantano de Luisiana, señaló. Comía plantas y quizá animales pequeños, cuando no estaba escapando de una bestia mucho más grande como el tiranosaurio, agregó.
Cuando llegó el momento de dar nombre a la criatura, ¿por qué no hacerlo con un versión embellecida de “pollo del infierno?”
Esa era de hecho la primera elección, dijo Lamanna; pero resulta que el nombre no es tan pegadizo en latín o griego.
“Todos los nombres que se nos ocurrieron eran ridículamente impronunciables”.
“Así que pensé que si no se me podía ocurrir un nombre que literalmente signifique ‘pollo del infierno’, podía nombrarlo al menos ‘demonio emplumado”’, añadió.

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