Altos funcionarios de Río de Janeiro admitieron el viernes que le pedirán ayuda al cuerpo de elite de la policía federal para controlar una ola de violencia en las favelas que supuestamente ya estaban “pacificadas”.
El anuncio ocurrió horas después que supuestos miembros de una banda de narcos atacó tres retenes policiales en las favelas, donde hirieron a tres agentes e incendiaron uno de los contenedores que usan como oficinas en esas barriadas pobres. El incidente ocurrió cerca de la favela que el papa Francisco visitó durante su visita a Brasil el año pasado.
Los ataques provocaron temor sobre el alcance de un ambicioso programa de seguridad iniciado en 2008, en parte para asegurar la ciudad antes del Mundial de este año y los Juegos Olímpicos de 2016.
Según la iniciativa, la policía y a veces soldados entran a las favelas, desalojan las bandas del narcotráfico e instalan puestos permanentes en las áreas que los narcos han usado durante décadas.
“Son los criminales quienes quieren esta guerra”, dijo el gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, después de reunirse el viernes con la presidenta Dilma Rousseff durante dos horas. “Nosotros queremos paz en nuestras comunidades. Este es un momento en que las unidades de pacificación son confrontadas, provocadas. Es un claro intento de desmoralizar a las unidades”.
Cabral no proporcionó detalles sobre qué implicaría el acuerdo de aumento de seguridad con el gobierno federal, pero indicó que pronto podría enviarse a Río una fuerza combinada de policías federales y soldados para ayudar a patrullar los barrios marginados.
El ejército ayudó en el pasado, cuando la policía de Río de Janeiro tomó el complejo de barrios bajos de Alemao, ubicado sobre la carretera que conduce al aeropuerto internacional, una zona donde la policía ha sufrido varios ataques recientemente.
José Beltrame, alto funcionario de seguridad y arquitecto del programa de pacificación, dijo que los recientes ataques a la policía fueron ordenados por líderes narcos presos en un esfuerzo por limitar la expansión del programa, que restringiría más su área de operaciones.
Desde el comienzo del programa de seguridad, la policía ha creado 37 “unidades de pacificación” permanentes que, según dicen, abarca un área con una población de un millón y medio. En esas áreas ha disminuido el número de asesinatos y tiroteos.
De todos modos, los residentes de esas favelas a menudo han acusado a la policía de actuar abusivamente.
Más de 20 policías que patrullan la mayor favela de Río, Rocinha, enfrentan cargos por la desaparición el año pasado de un obrero de la construcción de 42 años, Amarildo de Souza. Investigadores policiales dijeron que murió bajo tortura a manos de agentes que buscaban información acerca del paradero de drogas y armas e una banda. Su cadáver no ha sido hallado.
Río de Janeiro pide ayuda contra narcos
Altos funcionarios admitieron que pedirán ayuda al cuerpo de elite de la policía federal para controlar una ola de violencia en las favelas que supues