Si Marte tuviera playas serían como las de la Isla Espíritu Santo. Aquí, las formaciones rocosas ondulan rojizas, algunas parecieran haber sido moldeadas a mano, otras esconden pequeños cráteres y peñas coronadas por cactus.
El agua, poco profunda y llena de estrellas marinas, se extiende serena y sin olas sobre la suave arena.
Pocos la conocen porque esta isla -ubicada frente a La Paz, Baja California Sur-, es un Área Natural Protegida y no cuenta con grandes desarrollos turísticos. Sólo un par de touroperadores ofrecen un hospedaje sencillo en la isla y otros tantos, tours de ida y vuelta. El viajero que aquí llega sabe que ha encontrado una de las mejores playas de México.
Nadar con lobos marinos
El trayecto desde la playa El Tecolote, en La Paz, al Parque Nacional Archipiélago de Espíritu Santo, integrado por más de 900 islas e islotes, lleva alrededor de una hora en lancha.
Sea cual sea el tour que el viajero contrate, las actividades que se pueden realizar en la isla son casi las mismas: campismo, kayakismo, caminatas, buceo, esnórquel, pesca deportiva y navegación.
Uno de los sitios más visitados del lugar es Los Islotes, el punto de reunión favorito de centenares de lobos marinos.
Un chapuzón en la lobera es suficiente para encontrarse rodeado por estos mamíferos marinos de todos tamaños.
Algunos nadan alrededor de los viajeros; otros, miran curiosidad, incluso acercándose al visor. Pareciera que estos animales se han acostumbrado a nadar junto a los humanos. El espectáculo es impresionante.
Otro punto popular es El Bajo de Espíritu Santo, donde con un poco de suerte es posible ver mantas gigantes y tiburones martillo. Sin embargo, cualquiera de las bahías tiene sus atractivos para pasear en kayak entre cuevas o esnorquelear.
Sólo hay que sumergirse para ver estrellas, pepinos y coronas de mar; erizos, caracoles, rayas y mucho coral.
Caminata que deja huella
En la Isla Espíritu Santo no todo es agua. Al borde los acantilados se avista el vuelo de cormoranes, pelícanos, golondrinas, fragatas y el vuelo de tijeretas de mar.
Tierra adentro se disfruta de alguna caminata por los senderos habilitados entre ceniza volcánica comprimida, rocas milenarias, biznagas, pitahayas y otras cactáceas gigantes.
Algunos visitantes optan por rastrear las huellas arqueológicas del extinto grupo étnico pericú, que habitó en el extremo sur de la península de Baja California.
Se sabe que los pericúes eran excelentes navegantes y pescadores, y esta isla fue una de sus principales ubicaciones cuando Hernán Cortés y sus hombres exploraron la zona.
Llegada la noche, no hace falta buscar estrellas en el mar, sólo hay que alzar la mirada para perder la cuenta de astros en el cielo. Y recordar que, allá arriba, en algún punto, brilla Marte, tan rojo como el espíritu de esta isla.
Espíritu Santo, espíritu salvaje
No se sabe qué impacta más: si nadar con centenares de imponentes lobos marinos o acampar bajo las estrellas en un paisaje que pareciera de otro mundo