A la hora de comer el Gobierno federal gasta más en un reo que en uno de sus militares o policías federales.
El menú de un reo en un penal federal cuesta 54 pesos, mientras que el de un policía federal tiene un costo de 42 pesos, y la ración de soldados y marinos un importe de 30 pesos, indican reportes solicitados vía Transparencia.
En la calidad y cantidad también existen marcadas diferencias.
Un prisionero tiene en su mesa, por ejemplo, unas fajitas de pollo en salsa verde, espagueti blanco, verduras al vapor, tortillas, agua de sabor y postres, un federal cuenta con una torta de jamón, una manzana, un yogur y un refresco.
Este menú, indica Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social en su respuesta, es modificado cada mes, y refiere que los desayunos y las cenas, que oscilan en los 33.30 pesos por ración consta de café o leche, huevo con salchichas, frijoles, tortillas, postres y fruta; y café, molletes, postre y fruta, respectivamente.
Los militares aunque tienen acceso a comida caliente en la mayoría de las veces en sopa, arroz, guisado y postre, las raciones son limitadas, de acuerdo con testimonios de los uniformados.
Las personas que cumplen un arraigo en el Centro Federal de Investigaciones, de la colonia Doctores, tiene derecho a dos guisados, sopa líquida y caliente, pan y tortilla, limones, salsa, chiles encurtidos, frijoles guisados o cocidos, fruta y verdura fresca, ensalada de verdura fresca, té o café, y agua de sabor, se establece en una respuesta de información.
Fuentes del centro de arraigo coinciden en que el menú oscila en los 51 pesos.
“Creo que es una broma, uno como policía, que debería estar mejor alimentado”, comentó un agente federal desplegado en Michoacán.
Los uniformados indicaron que el menú puede variar, pero en general, la comida es fría y limitada.
En plena combate contra el crimen, los federales reciben una torta o un sándwich, un refresco, una naranja y una barra de cereal con cacahuate, cajeta y sabor a chocolate.
“Generalmente nos vamos a una fondita a comer, el box-lunch es demasiado rutinario, aburre lo mismo, cuando no hay de otra pues ni modo, lo ingerimos, ese desacuerdo lo hemos informado a los mandos, pero nunca hacen nada al respecto, el único que sale ganando es la empresa a la que se le contrata para los box-lunchs”, opinó un federal enviado a Sinaloa.
Los soldados y marinos cuentan con el apoyo del personal de intendencia capaces de preparar, incluso en operaciones rurales, una sopa caliente, puré de papas, albóndigas o carne en salsa, además de agua de sabor.
Los militares, reconocieron, también recurren en algún día de la semana a las carnitas, antojitos, fondas y al mercado para disfrutar de algo distinto a sus comedores.

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