Lo peor no fue eso, sino que quienes debían apoyarlo, hoy lo reconoce, lo dejaron solo. ¿Quién? El gobierno de Felipe Calderón que, según lo ve ahora con más claridad, perdió el rumbo en el tema de telecomunicaciones.
Pasadas las elecciones presidenciales de 2012, un estudio de la propia Cofetel sirvió de base para que la mesa del Pacto por México sacara adelante la reforma del sector.
Sin embargo, a juicio del ex funcionario, la iniciativa presentada ahora por el Ejecutivo para las leyes reglamentarias va en contrasentido de la reforma. Y en eso anda metido: asesorando a quienes tomarán la decisión final.
Estás muy joven para dedicarte a pasear por el parque. ¿En qué andas?
Asegurándome que aquel proyecto que empezó hace año y medio llegue a buen puerto.
¿Y cómo lo estás haciendo?
Trabajando principalmente con el PRD, en una mesa a la que se ha sumado el PAN a raíz de la declaratoria conjunta.
¿Entonces no estás viendo el toro de la ley reglamentaria desde la barrera?
La decisión no me corresponde a mí, les corresponde a los partidos políticos. Pero estoy involucrado, de alguna manera, en la elaboración de comentarios.
¿No quedaste escaldado después de tu paso por la Cofetel?
Sí y no. Siento que mi tarea quedó inconclusa. Estoy tratando de terminarla y que el resto del camino lo recorran otras personas. No me sentiré tranquilo hasta que tengamos una buena ley secundaria.
¿Qué callos pisaste en la Cofetel?
Todos.
Lo pregunto porque hasta la fecha hay una campaña anti Mony De Swaan por varios lados.
Alguien debería analizar qué pasa con este cuate que después de ocho meses de dejar su cargo público se le sigue dedicando una cantidad importante de columnas. Hoy mismo López-Dóriga creo que me dedica una parte.
¿A qué lo atribuyes?
A no haber militado nunca en ningún partido.
¿Sólo es eso?
Pues el haber pisado todos los callos: los de Carso, de Televisa, de TV Azteca. Todos los que pude y me hubiera gustado haber pisado muchos más.
¿Eres su villano favorito?
De alguna manera creen que me merezco un escarnio. Aunque creo que tendrían que verlo como un “si este cuate es capaz de decirnos que no a nosotros, tendría que darnos la tranquilidad como regulador que le dice no a los demás”. Pero no, en este país no es un valor que se aprecie.
¿Alguna vez te has googleado? Junto a tu nombre aparece: “judío”, “engañó a Calderón y al Congreso”, “amenaza”. ¿Eres tan malo?
Malísimo, ¿no? Dicen que también amenacé a un presidente municipal en Tijuana, que dejé a todos los viejitos de la ciudad sin televisión, que fui inmisericorde e insensible, les apagué la televisión.
¡Qué cruel!
Todo cae por su propio peso. Lo que es cierto es que en Tijuana pasamos de una penetración del 3 por ciento al 99 por ciento y esa fue la primera ciudad en América Latina en apagarse analógicamente.
Y esas son sólo algunas de las acusaciones en tu contra.
Hoy tengo pendientes siete denuncias penales, catorce administrativas, cuatro auditorías en la Auditoría Superior de la Federación y, en su momento, tuve una controversia Constitucional. ¡Soy más buscado que El Chapo Guzmán!
Bueno, pero, admítelo: como servidor público hay cierto gusto, placer, de decir “hoy me levanto a combatir a los poderes fácticos”.
Jajaja. Sí, lo hay. Pero es un tema del deber ser. El otro día me decía un familiar: “No te van a dejar en paz nunca, ¿por qué no te dedicas a otra cosa?”. ¡No me jodas! El día que yo me dedique a otra cosa voy a ser profundamente infeliz.
¿Por qué?
Porque como servidor público, no hay satisfacción en pisar callos, sino quitar lo que representa un callo.
¿Eso qué significa?
Pluralizar la televisión de este país, que más gente tenga acceso a televisión de paga, que el internet sea un instrumento de desarrollo y de democratización. Hacer lo correcto en un sector donde este país ha hecho todo, menos lo correcto.
¿Se puede dormir teniendo enemigos del tamaño del duopolio?
Duermo perfectamente… salvo cuando Ian me despierta. Es la tranquilidad de haber hecho las cosas correctamente, de no deberle nada a nadie. En el sector de telecomunicaciones lo natural es llegar y administrar, o sea no hacer nada. Ver que pase tu periodo como comisionado. El mío no terminó, por supuesto.
¿Qué se siente tener enemigos tan poderosos?
No veo gloria alguna en coleccionar enemigos. Me habría gustado que quienes hoy tú etiquetas como enemigos entendieran que era lo correcto para este país, que era el trabajo que me tocaba hacer.
¿Fuiste idealista o iluso?
Una mezcla de ambas cosas.
¿Tiene solución el sector telecomunicaciones en México?
Sí, tiene arreglo. Tenemos que darnos cuenta que las telecomunicaciones son un medio, no sólo un fin. Nos pasamos discutiendo cuánto tiene Televisa, cuánto tiene Telmex, cuánto tiene Telcel, en vez de preguntarnos qué está pasando con el consumidor, qué pasa en la Sierra Tarahumara donde no hay internet… Va mucho más allá, pero el debate siempre es quién perdió más, quién ganó, con quién se atrevieron. El que pierde en todo esto siempre es el consumidor y eso me frustra.
¿Será posible salvar las leyes reglamentarias?
La reacción del PAN y PRD fue muy oportuna. La rechazaron el mismo día no como un desplante al Presidente, ni por un tema electoral.
¿Por qué fue?
Porque ya la conocían. El propio gobierno federal, en privado, les mostró la iniciativa antes de enviarla al Congreso. Y ellos dijeron: “esto no es lo que discutimos en el Pacto, esto no es lo que debería derivar de la reforma”.
Los legisladores panistas dijeron que la veían muy bien.
Es normal en este sector: quien quiere ser gobernador de Puebla está dispuesto a entregar a su madre en el proceso. Todos los que tienen intereses en algún cargo están dispuestos a lo que sea de con tal de que les regalen un minuto con López-Dóriga.
¿Cada pueblo tiene las televisoras que se merece?
Pues sí y no. Si tuviéramos una penetración de TV de cable al 100%, servicios de internet, una pluralidad en televisión abierta y la gente siguiera viendo Laura Bozzo, te diría: ¡se lo merecen! Pero no es una decisión de la población sino del Estado.
¿Te dejaron solo o te traicionaron?
Las dos. El gobierno de Calderón se perdió en el camino en telecomunicaciones. Hubo acuerdos que se violaron. ¿Son esas traiciones? No sé. Pero sí hay una lista interesante de violación de acuerdos y de inconsistencias.
¿Qué lección te dejó el servicio público?
Una mezcla de profundo orgullo y profunda ingratitud.
¿Por qué ingratitud?
Llevo cuatro años siendo objeto de una cantidad histórica de ataques. Y en 15 años de servicio no recibí ni una observación.
¿No tienes ninguna sanción formal?
Nada. Ni una amonestación. Pero si tú le preguntas a cualquiera, te van a decir: “ese señor es un corruptazo. Ha de vivir en La Jolla con 18 casas y 20 mujeres”. Y la realidad es que vivo aquí, en La Condesa, mi casa es rentada y soy el único comisionado que publiqué mis declaraciones patrimoniales.
Dicen que eres muy sincero para ser político.
Sí, es uno de mis problemas.
¿Quién es el actor preponderante de tu vida?
Al que empujo -y al decirlo señala al niño que, para entonces, ya va dormido en la carreola.
¿En qué te gustaría ser monopolio?
En nada. Los monopolios son en sí mismos un cáncer. En cualquier cosa que se me ocurra me gustaría tener competencia.