Aquel 16 de octubre de 1978, acabado el cónclave en que fue elegido Papa el cardenal polaco Karol Józef Wojtyla, la historia había dado un vuelco en muchos de sus detalles.

El príncipe de la Iglesia más votado se convertía en el primer Papa eslavo de la cristiandad y el primero no italiano después de cuatro siglos y medio. Además, en los últimos 130 años, desde Pío IX, no había habido otro más joven que él.
Uno de los cardenales que promovió Wojtyla desde el comienzo fue el austriaco Franz König, quien además desveló que, antes de la elección papal, había recibido cartas anónimas que le pedían “por favor” un papa que no fuera italiano.
Con 94 votos a favor y 17 en contra, Wojtyla, arzobispo de Cracovia, subió así al trono de la Santa Sede como el 264 pontífice desde San Pedro y eligió el nombre de Juan Pablo II.
Hijo de un exsuboficial del Ejército polaco, Wojtyla se quedó huérfano de madre a los 9 años, perdió a su hermano mayor a los 12 e incluso no conoció a su única hermana por culpa de un parto frustrado.
Su padre también falleció luego, cuando Wojtyla apenas tenía 21 años. “Nunca me sentí tan solo en mi vida”, le diría muchos años después al periodista y biógrafo Tad Szulc.
Durante la ocupación en la Alemania nazi, fue siniestramente fichado por la Gestapo, la policía secreta de Adolf Hitler, y en la resistencia colaboró salvando familias judías.
En 1938, se inscribió en la Universidad Jagellonica de Cracovia como estudiante de Filología, al tiempo que trabajaba en una factoría de productos químicos.
Fue ordenado cura el 1 de noviembre de 1946 en la capilla privada del cardenal Adam Stefan Sapieha, en la que se tuvo que ocultar por la persecución de Stalin en la Polonia de esos años.
La experiencia en su patria le marcarían así de por vida, tanto que no son pocos los que recuerdan su activismo durante la guerra fría.
“Claro que era legítimo combatir el sistema totalitario que se definía socialista o comunista”, dijo en una entrevista publicada el 2 de noviembre de 1993.
Tras estudiar en Roma, volvió en 1948 a Polonia, donde primero fue coadjutor de la parroquia de Niegowic, cerca de Cracovia, y luego, ya en los 50’s, consiguió una cátedra como profesor de Ética en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica de Lublín.
En 1958, Pío XII lo nombró obispo de Ombi y auxiliar de Cracovia, diócesis en la que, en diciembre de 1963, Pablo VI lo ascendió a arzobispo titular.
En 1967, Pablo VI lo eligió para elevarlo a cardenal, lo que ocurrió tan sólo 11 años antes de ser elegido papa.
En el mientras, se había celebrado el Concilio Vaticano II, en el que Wojtyla fue el padre conciliar más joven, aunque ni mucho menos el más progresista, tanto que muchas de sus propuestas no fueron aceptadas por aquella reunión.
Durante du largo papado, logró conquistar a masas de peregrinos en todo el mundo, gracias a su carisma y a sus numerosos viajes. En total, realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia y 146 por el interior de este país.
Entre sus principales obras estuvo la promoción del diálogo con los judíos y con los representantes de las demás religiones, convocándolos en varias ocasiones a encuentros de oración por la paz, especialmente en Asís.

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