El camino hacia Coahuayutla, el Municipio más extenso de Guerrero, pero al mismo tiempo uno de los más olvidados, luce destrozado.
En esta localidad, que colinda con Michoacán, los daños se acumulan; primero, fue el ciclón “Manuel”; ahora, padecen secuelas del sismo de 7.2 grados en escala de Richter registrado el 18 de abril.
Cinco días después del temblor, los pobladores fueron apuntados en la lista de beneficiarios de apoyos sociales.
“A nosotros nos tiembla sobre mojado”, refiere el Alcalde Everardo Barrón, quien ofreció a REFORMA un recorrido para evidenciar las carencias derivadas de los fenómenos naturales.
La carretera es sinuosa, llena de curvas, deslaves, agrietada.
Según cifras del municipio, de los 400 kilómetros de carretera, 70 se encuentran afectados.
Las autoridades municipales han contabilizado 30 rompimientos del asfalto.
“Quitamos la mayor parte de la tierra donde se trozó y rellenamos con tierra para pasar provisionalmente, pero son arroyos que cuando llueva por ahí va a bajar el agua y se va a llevar todo. Vamos a quedar incomunicados”, previó el Edil perredista.
Un conteo preliminar arroja mil 200 casas afectadas tras el movimiento telúrico.”Que nos ayuden en lo que esté en su alcance y sean considerados porque estamos aislados”, dijo Antonio habitante del Barrio de Guzmán.
El 90 por ciento del material de las casas es adobe, pocas son de concreto.
Las zonas más afectadas son Nueva Cuadrilla, Lomas Blancas, El Aguacate, El Rosario, La Vainilla, San Rafael, donde los pobladores duermen afuera de sus casas ante el temor de que colapsen.
“Se cayó el techo, pero ya no estábamos ahí”, dijo Nicolás García, de la Colonia Tres Leches.
Por su extensión territorial, 4 mil 500 kilómetros cuadrados, este municipio está divido en regiones identificadas como Ribera del Balsas, Capadero y Sierra.
“Nadie viene y cuando vienen sólo observan y se van”, reprochó Ángel Mata, quien tiene una vulcanizadora en la cabecera municipal.
En tanto, en la cabecera municipal se pueden observar camionetas de lujo circular en una zona árida.
Ante los índices de inseguridad, un grupo de militares permanece en la localidad. El Alcalde cuenta con cinco agentes de seguridad que lo cuidan a donde va.
“Porque está muy retirado, porque hay mucha inseguridad, porque tienen miedo”, dijo el Edil al cuestionarle por qué no llega la ayuda gubernamental.
Mientras tanto, los pobladores esperan el arribo de los servidores públicos.
“Esperamos ayuda y nosotros ponemos la mano de obra”, dijo David Valdovinos, poblador de El Rosario.

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