Un cubo de Rubik puede ser girado y manipulado en 43, 252,003,274,489,856,000 formas diferentes y, de ésas, 43,252,003,274,489,855,999 están equivocadas. Esas verdades – en especial la enloquecedoramente frustrante segunda- se conocen desde poco tiempo después que el objetivo de plástico fue inventado, en 1974.
El cubo llegó a convertirse en el juguete imprescindible  de 1980 y 1981. Pero su popularidad rápidamente se esfumó.
Últimamente, ha experimentado una resurrección en un mundo en que ingenieros y computadoras pueden generar algoritmos útiles que los aspirantes a resolver el cubo pueden compartir entre sí.
Pero algunas cosas no han cambiado. El típico cubo de Rubik aún tiene nueve cuadros en seis caras y los mismos colores llamativos. Y esos números inconcebibles aún son trillones.
Cuando fungía como editor de la revista Scientifc American, Paul Hoffman supervisó una nota de portada, en marzo de 1981, sobre la ‘cubología mágica’ de Rubik.
Ahora Hoffman, del Centro de Ciencias Liberty, en Jersey City, saca provecho una vez más del cubo, con una exhibición de 5 millones de dólares que recientemente abrió al público.
La exposición incluye un cubo de Rubick de oro de 18 quilates que se dice tiene un  valor de 2.5  millones de dólares, y un robot que resuelve el cubo, pero no es ningún rival para los ‘speed cubers’, como se les conoce a los  que lo hacen a contrarreloj.
A la máquina le tomó un minuto descifrar un cubo. En ese tiempo, Anthony Brooks, un speed cuber, lo hizo tres veces, en una ocasión con una sola mano.
Los ‘speed cubers’ pueden memorizar algoritmos que han desarrollado y compartido para descifrar un cubo en menos de lo que toma leer una oración como ésta. Sin embargo, Brooks dijo que el ‘speed cubing’ también involucraba memoria muscular y trucos.
En los 40 años desde que fue inventado, el cubo ha hecho algunas apariciones intrigantes. Edward J. Snowden, el ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional  que filtró secretos de inteligencia, dijo a dos periodistas que lo reconocerían afuera de un restaurante de Hong Kong porque tendría un cubo de Rubik en la mano.
Sin embargo, su inventor, Erno Rubik, de 69 años, dijo no viajar con el cubo. ‘No necesito hacerlo’, expresó, mientras recorría la exhibición en privado antes de su apertura.
Por cierto, Rubik lo llama ‘mi cubo’. Pasó por una vitrina que contenía su cubo original de madera. Se ubicaba frente a la  patente húngara que obtuvo para su ‘cubo mágico’ en 1975. Lo inventó como la solución a la clase de problemas estructurales que podrían atormentar a un profesor de arquitectura, que es lo que él era en esa época.
El problema estructural era cómo evitar que un  mecanismo con muchas partes móviles cayera al piso.
Hoffman dijo que se han fabricado entre mil millones y dos mil 500 millones de cubos, asumiendo que había cinco falsificaciones por cada cubo legítimo que se vende.
Los expertos han calculado que un cubo podría ser resuelto en tan sólo 20 movimientos. Pero los ‘speed cubers’ no tienen tiempo para pensar en minimizar movimientos. Rower Hessler, ex campeón estadounidense de ‘speed cubing’, dijo que los speed cubers promediaban unos 50 movimientos; su más bajo eran 31. Su mejor tiempo era 6.94 segundos.
Rubik dijo entender el atractivo del ‘speed cubing’. “El principal grupo que compra el cubo son los adolescentes, y ellos son competitivos y tienen el tiempo”, dijo.

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