Aunque podría parecer contrario a sus intereses, Edward Snowden reivindica su papel en la historia y se define como un espía, “entrenado en el sentido tradicional de la palabra”.
Acusado de espionaje por Estados Unidos, Snowden quiere alejarse de la definición que -deliberadamente, en su opinión- hace de él la Administración norteamericana al dibujarle como un simple analista de baja categoría que no sabe de lo que habla.
Snowden, 30 años, ha hecho estas declaraciones en la primera entrevista concedida a una cadena de televisión estadounidense y de la cual ya se han emitido algunos fragmentos.
El total de la conversación que el analista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, siglas en inglés) mantuvo con el periodista de NBC Brian Williams en Moscú se emitió ayer por la noche.
Ha trascendido es el deseo de Snowden de que se sepa que vivió en el extranjero de manera encubierta, fingiendo que trabajaba en un empleo que no era el suyo y asumiendo una identida falsa que le proporcionó la CIA.
Desde Suiza a Japón, pasando por Estados Unidos -ya fuera en Maryland o Hawái-, Snowden ha trabajado para el contraespionaje, para la NSA y para otras agencias de la inteligencia de EU hasta que su carrera terminó el año pasado en Hong Kong, cuando entregó miles de documentos secretos a varios periodistas para denunciar el espionaje masivo al que la Administración de Barack Obama sometía a sus ciudadanos.
“Por eso cuando (el Gobierno) dice que soy un administrador de sistemas de baja categoría que no se de lo que hablo, lo único que puedo añadir es que eso es cuando menos engañoso”, asegura Snowden.
Durante la hora que dura la entrevista, el traidor o patriota -según quién se refiera a él- expone que, desde luego, no era el tipo de espía que se ve en las películas de Hollywood, con una vida llena de glamour y reclutando agentes.
Snowden se define como un lobo solitario, como un experto en tecnología que instalaba determinado sistemas para Estados Unidos.
“Ese era mi trabajo a todos los niveles”, cuenta Snowden. “Desde la base al más alto nivel”, prosigue el analista que añade que “el Gobierno puede negarlo todo lo que quiera”, maquillarlo cuánto desee pero es falso.
Las revelaciones del ex analista de la NSA pusieron en su momento en evidencia la dudosa legalidad de las técnicas de vigilancia de la Administración nortemaericana al desvelar los métodos de recopilación de llamadas telefónicas, los programas de captación de datos desarrollados en connivencia con los grandes gigantes de internet, la piratería en China y el espionaje a líderes mundiales.

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