Tenacidad, potencia y muy poco apego al brillo individual. La espina dorsal de Alemania es el equipo.
Alemania bordó su cuarta estrella Mundial con muestras de ser un equipo que se conoce de memoria y que fue moldeado de las derrotas de antaño.
Desde el arquero Manuel Neuer, pasando por su capitán Philipp Lahm y hasta su goleador Miroslav Klose son intérpretes que tocan la misma música, sin usar partitura, una lección que no sólo recibió Brasil cuando quedó atónito con el 7-1 en semifinales, sino también Argentina.
El mejor ejemplo del fútbol total de Alemania lo desplegó en la final: Mario Goetze, titular al despuntar el torneo, perdió el puesto ante Klose. Sin embargo, el jugador del Bayern Munich apareció ante Argentina con el gol del triunfo tras reemplazar a Miroslav, el máximo goleador en la historia de los Mundiales.
Para cualquier técnico resultaría muy difícil sacar a un goleador histórico en una final mundialista. Pero no para Joachim Loew, que demostró que la prioridad de su equipo es el sentido colectivo. Sale un goleador, entra un asistidor y la solidaridad germana no cambia. Por el contrario, se amplifica.
Y no sólo eso, sino que el asistidor de Goetze fue otro suplente, Andre Schuerrle, una pequeña sociedad de dos jugadores sustitutos que funciona dentro de una gran compañía de 23 que le dieron a Alemania el honor de ser el primer europeo en ganar un Mundial en continente americano tras siete intentos frustrados.
La derrota en 2006 y en la Eurocopa de 2008, en la que Alemania perdió en la final con España, impulsó a Loew a renovar el equipo, tanto en hombres como en costumbres, pese a no tener, por su escasa experiencia, las espaldas anchas de otros técnicos alemanes.
Amante del buen juego, del toque y la circulación, Loew siempre jugueteó con cambios que apuntaron a lo colectivo y no al lucimiento individual: arrancó jugando con Thomas Mueller como mediapunta y desplegó a Lahm en el medio campo. Pero tras sufrir contra Argelia en octavos, Loew recuperó a Klose como ariete, devolvió a Lahm al lateral y plantó un sólido centrocampo con Bastian Schweinsteiger, Toni Kroos y Sami Khedira.
Luce trabajo en equipo
La Selección Alemana tiene la clave de su éxito en olvidar el brillo individual para cambiarlo por el colectivo.