Una lluvia de piedras cayó en cuanto sonó el silbatazo final del partido de fútbol en Argelia, un ritual cada vez más común en estadios del país.
Pero en esta ocasión la violencia culminó en una tragedia. Albert Ebosse, el líder anotador de la liga la campaña pasada, fue golpeado en la cabeza, se desplomó y murió en el hospital.
Jóvenes argelinos invaden las canchas, atacan a los jugadores y pelean afuera de los estadios. Se trata de una ola de pandillerismo que es visto como un escape a las frustraciones de la vida diaria como el desempleo, la debilidad institucional y un profundo aburrimiento.
Varios jugadores dicen que era cuestión de tiempo para que ocurriera una muerte como la de Ebosse, abatido por sus propios seguidores.
Argelia es uno de los principales proveedores de gas natural a Europa pero los críticos dicen que no ha sabido aprovechar la riqueza producida por ese comercio para mejorar la vida de sus jóvenes.
“La violencia en Argelia se ha vuelto ordinaria y banal”, dijo Mahmud Boudarene, un conocido sicólogo. Dijo que “hogra”, la palabra que usan los argelinos para referirse a su molestia con el gobierno, ha echado raíces en la sociedad.
La gente piensa que la única manera de lograr algo en el país es teniendo conexiones o amenazando la paz, comentó.
“Este es un lugar donde la ‘hogra’ y la injusticia social mandan”, dijo Boudarene, quien viene de Tizi Ouzou, el pueblo donde ocurrió la muerte del jugador de fútbol. “La violencia social se ha convertido en el modo de comunicación preferido entre el ciudadano y la república. Hoy, en nuestro país, todo se obtiene con revueltas”.
El desempleo entre los jóvenes argelinos alcanza el 25% y más del 60% de las plazas laborales son puestos en el gobierno. El sector privado crea pocos empleos. La industria energética argelina genera millones de dólares pero crea pocos empleos.
Además escasean las opciones de entretenimiento para aliviar ese panorama sombrío, ya que los cines, clubes y centros comerciales son pocos.
El fútbol se ha convertido en una pasión nacional en este país. Cuando Argelia pasó a octavos de final en el Mundial de Brasil el país vibró de emoción.
Muchos se preguntan por qué se permiten los desmanes en el estadio cuando en este país las protestas contra el gobierno son reprimidas de inmediato.
El cuerpo de Ebosse, de 24 años, será enviado a su natal Camerún el martes.
Algunos de sus compañeros dicen no estar sorprendidos de su muerte, aunque sienten la pena.
“En cada partido soportamos una presión terrible. El caso de Albert Ebosse duele mucho y todos estamos expuestos a eso”, dijo Malik Ferhat, capitán del Mouloudia Olympique de la ciudad de Bejaia. “Los estadios no tienen buena seguridad. Hay hinchas que entran armados con cuchillos porque los encargados de seguridad son muy descuidados”.
En marzo, los jugadores tuvieron que ser llevados a una zona segura cuando una turba invadió la cancha. En 2012, Abdelkader Laifaoui fue apuñalado en la espalda y cinco de sus compañeros del club USMA sufrieron ataques por parte de fanáticos. Pese a episodios de esa índole poco se ha hecho para mejorar las condiciones de seguridad.
Hugo Broos, técnico del club de Ebosse, el JS Kabylie, regresó a su país, Bélgica, y prometió que no volverá a Argelia hasta que haya cambios verdaderos.
En mayo la policía informó que durante la campaña pasada hubo 142 incidentes de violencia que dejaron 600 heridos, incluidos 400 policías. El informe señala que 151 vehículos fueron destruidos y se detuvo a cerca de 315 personas, 47 de ellas menores de edad.
Los juegos de las próximas fechas fueron suspendidos y el estadio de Tizi Ouzou quedó clausurado.

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