Alemania inauguró el martes un monumento para más de 200.000 personas con discapacidad física y mental asesinadas por los nazis por considerar que su vida no valía nada.
El monumento consisten en un panel de cristal azul de 24 metros de largo que está afuera de la sala de conciertos de la Filarmónica de Berlín, cerca de los monumentos a las víctimas judías del holocausto y de los homosexuales y gitanos que murieron a manos de los nazis, y que fueron inaugurados en la última década.
El muro de cristal está donde había una villa desde donde se coordinó el asesinato de pacientes de hospitales y psiquiátricos. Más de 70.000 personas fueron exterminadas en cámaras de gas en operaciones que los nazis nombraban “T4” en referencia a la dirección del edificio, Tiergartenstrasse 4, en 1940 y 1941.
Aquí se vio “una tecnología probada e implementada por primera vez en los indefensos, enfermos y gente discapacitada, un experimento para todos los programas nazis que siguieron de erradicación masiva”, dijo Sigrid Falkenstein, cuya tía Anna Lehnkering fue esterilizada y luego asesinada.
Decenas de miles más fueron exterminados usando métodos como inyecciones y hambruna, y los enfermos mentales eran blanco de las unidades de la policía secreta nazi en los países invadidos. Se calcula que el número de discapacitados físicos y mentales que murieron por los programas de eutanasia nazi ascendió a entre 200.000 y 300.000.
Pocos administradores y médicos involucrados fueron llevados a la justicia después de la Segunda Guerra Mundial. La ministra de Cultura Monika Gruetters dijo que le llevó mucho tiempo a Alemania honrar públicamente a las víctimas que fueron ignoradas tanto tiempo.
El memorial, que incluye información en audio y video sobre el programa y sus víctimas, enfrenta a los visitantes “con una forma de pensar que presume juzgar el valor de las vidas individuales”, explicó Gruetters.
Agregó que el programa de eutanasia también se benefició de una “deformación del sentido moral que llevó a mucha gente a pensar que matar a enfermos y discapacitados era un acto de misericordia y éticamente legítimo”.

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