Una estructura a manera de cadena con cúpulas tan altas y largas como una Catedral.
Así define el arquitecto Norman Foster al proyecto ganador para el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
“Esto será como una Catedral”, afirmó en entrevista con Reforma horas después de presentar el proyecto en la residencia oficial de Los Pinos.
Pequeños triángulos de casi un metro cuadrado de superficie, se entrelazan para formar bóvedas de hasta 160 metros de largo.
“Esto es como una cadena con muchas uniones pequeñas”, indica el reconocido arquitecto.
Esa estructura, asegura Foster, es la manera más rápida y económica de cubrir grandes superficies.
Es además, la mejor manera de lidiar con los hundimientos propios del suelo del otrora Lago de Texcoco, explica el que para muchos es el número uno del mundo en el diseño de aeropuertos.
“Construir en terrenos que se le ganan al mar, tiene mucha similitud con construir sobre lo que fue un lago”, detalló en referencia a la terminal aérea de su autoría en Hong Kong, la cual fue construida sobre una isla artificial creada para la ocasión.
Una nutrida ovación recibe a Norman Foster en el piso 26 del edificio sobre avenida Reforma que aloja el despacho del arquitecto Fernando Romero, el socio mexicano de lo que el presidente Enrique Peña Nieto definió como la obra más importante de su sexenio.
La sonrisa del británico denota sorpresa y algo de pena.
Apoyado en la pared, toma fuerza para agradecer el gesto de los arquitectos de FR-EE (Fernando Romero Enterprises).
A menos de tres metros, la primera reunión entre funcionarios del Nuevo Grupo Aeroportuario y arquitectos de ambos despachos ha comenzado ya, y sólo se interrumpe para saludar a Foster y Romero que llegan de comer con el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza.
Foster asegura que la nueva terminal aérea será la más sustentable al detallar la iluminación natural, la recolección y tratamiento de agua, los paneles solares y la forma de mantener la temperatura del inmueble.
Sin embargo, el proyecto no incluye -al menos en su primera fase- una estación de metro que facilite el acceso sin tener que utilizar coche o autobús.
El nuevo Parlamento de Berlín, el aeropuerto de Beijing (el más grande del mundo), y el Viaducto de Millau en Francia, son actualmente íconos de modernidad de las ciudades que las alojan y obra del afamado creador originario de la ciudad británica de Manchester.
Pero a sus 79 años, Foster no deja de emocionarse al describir sus diseños.
En automático toma plumón y papel para bosquejar los detalles del aeropuerto del que está convencido sentará precedente a nivel mundial.
“Económico, rápido para construir y hermoso. Sentará el ejemplo para los aeropuertos del futuro”.