A punto de cumplir 75 años en la vida pública, el PAN debe pedir perdón a México por sus errores y omisiones en el ejercicio del poder, dice Luis Felipe Bravo Mena, ex dirigente del blanquiazul.
El último líder panista que pudo estar seis años al frente de la institución es contundente en su diagnóstico: “Si no se toman medidas urgentes y necesarias, podemos estar ante la posibilidad de que eso que llamamos panismo deje de existir”.
Bravo Mena presento el libro “Acción Nacional, ayer y hoy” (Grijalbo, 2014), un largo ensayo en el que repasa la historia del partido en el que ha militado durante 44 años y que le sirve para proponer tres líneas de acción: recuperar la vida institucional del PAN, reencontrarlo con la ciudadanía, y volver a generar y a postular liderazgos con valores.
Advierte que en los comicios de 2015 se pondrá a prueba la restauración de un PAN que hoy se percibe dividido, disperso, sin alma y alejado de los ciudadanos.
Según Bravo Mena, esa cita electoral requerirá de unidad y reconciliación interna, pero también del perdón de los ciudadanos que se sintieron defraudados por los dos sexenios panistas.
“Esto no es muy político, lo he dicho y se pitorrean de mí, pero estoy convencido de que hay que pedir perdón a los mexicanos por los errores que hayamos cometido y las omisiones en que hayamos incurrido, para tener la capacidad de regresar y decirles: ‘otra vez, vamos’”, señala.
Según Bravo Mena, la viabilidad de su partido depende de que ese perdón se dé dentro de sus filas, pues todos los grupos internos cometieron errores y nadie se puede ostentar como “tirador de primera piedra”.
“Me parecen fundamentales para poder salir otra vez con fuerza adelante. Si es a base de codazos, echando afuera a fulano y mandando al ostracismo a mengano, no va a funcionar”.
Promotor del grupo Panistas por México e integrante de la Comisión Permanente del PAN, Bravo Mena pide entender su libro como una voz de alerta, crítica pero que no pretende desanimar a la militancia.
En la coyuntura previa a 2015, llama al dirigente actual, Gustavo Madero, a soltar lastres para poder emprender la revaloración de la vida interna partidista.
“Madero entiende muy bien cómo están las cosas y no sé dónde estén las resistencias para que no avance en estas líneas de acción”.
“¿No están en su equipo, con gente señalada por escándalos como el de los moches?”, se le pregunta.
“Sin duda alguna, trae lastres ahí. Madero tendrá que tomar decisiones que muestren una señal de que vamos por un camino diferente”, responde.
¿PAN sin panismo?
El autor hace una distinción entre el PAN, entendido como el aparato partidista, y el panismo, como aquella cultura cívica y los anhelos ciudadanos que dieron origen y forma a Acción Nacional. Y admite que, con los años, el blanquiazul se fue vaciando de panismo hasta llegar a su crisis.
En una extensa remembranza de anécdotas y gestas cívicas protagonizadas por próceres de los que hoy no se habla en las filas panistas, Bravo Mena compara aquellos tiempos con los actuales de política-espectáculo.
Lamenta que el PAN haya perdido la capacidad de mover almas espontáneamente y se haya convertido en una mala copia del PRI. Y retrata, como momento crucial de esa degradación, el arranque de campaña de 2012, cuando supuestos panistas dejaron hablando sola a su candidata presidencial Josefina Vázquez Mota en el Estadio Azul.
“Eso dejó ver que ya se le había ido el alma al PAN. Si lo que has llevado son personas en acarreo, no convencidas, pues si se va el camión, te dicen ‘adiós, ahí te quedas’. En el 88, con Manuel Clouthier, fue la primera vez que el PAN llenó el Zócalo, y no gastamos un peso, no usamos un solo camión”, refiere.
El autor marca como punto de inflexión para su partido las elecciones presidenciales de 2018, donde se sabrá si seguirá siendo viable como proyecto político.
“Entonces se sabrá si el panismo sobrevivió y alimenta el alma de la institución con motivos espirituales, en la brega de eternidad del siglo 21, o si el PAN se transformó en la serpiente que se devora desde su cola”, establece.