Aun cuando es una preocupación la condición del subsuelo en el que se construirá el nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, no se requerirán materiales especiales por el hundimiento, toda vez que es un problema físico de cemento y acero, asegura Fernando Romero, quien estará a cargo del proyecto, junto con Norman Foster.
Romero es el autor del Museo Somaya, la plaza Mariana y el acuario Inbursa en la ciudad de México, entre otras obras.
Explica que la condición de ese subsuelo desde el día uno fue fundamental para pensar y diseñar de la forma en que lo hicieron, porque es un subsuelo donde antiguamente existía el lago de Texcoco, que si bien se ha ido secando aún hay presencia del líquido en distintos momentos del año.
“Sabemos de los retos técnicos, sabemos que están los estudios en proceso y después de haber ganado el concurso lo que viene ahora es integrar la experiencia de la ingeniería mexicana con los estudios que se han hecho del terreno para evolucionar en una solución integral, donde el conocimiento del subsuelo, además del técnico, define más a detalle la estructura actual”, dice.
En entrevista con El Universal, asegura que ellos no tendrán voto para la selección de las empresas constructoras y que será el Gobierno el que, a través de un concurso, escoja a la o las compañías que participarán.
Pero está convencido que la construcción del aeropuerto puede darse con la experiencia que hay en México y con colaboraciones internacionales. “El proyecto se pensó para construirse con pura mano de obra mexicana”.
Con relación al suministro de luz y agua en el nuevo aeropuerto, Fernando Romero comenta que, por un lado, se buscará consumir lo menos posible de energía con ventilación y luz natural, y, por otro, está el aspecto de cómo poder generar energía propia; “vamos a tener en el techo muchos paneles solares”.
Respecto a la utilización de agua potable en la terminal, precisa que un aeropuerto no tiene una necesidad del líquido tan importante como, por ejemplo, un edificio de viviendas.
“No es un issue (problema) el tema del abastecimiento de agua. Tendremos una planta de tratamiento y se buscará que el edificio recicle sus propios servicios. Captaremos agua de lluvia que llegará a plantas de tratamiento y se reutilizará”.
En cuanto a si participarán también en los planes de urbanización alrededor del nuevo aeropuerto, destaca que hay un gran plan maestro que ellos no están haciendo, pero el que se refiere a las zonas de las terminales, “ese sí lo estamos haciendo nosotros, y tiene que ver con las pistas en las diferentes fases. Nosotros somos responsables de ese master plan, pero hay una visión más amplia que está a cargo del Gobierno”.
El edificio más sustentable
Romero, quien con el británico Norman Foster —premio Pritzker 1999— ganaron con su anteproyecto el concurso para el diseño del nuevo aeropuerto, considera que la clave de su éxito se debe a que buscaron crear el edificio más sustentable del mundo, que no fuera copia de otro.
Afirma que la nueva terminal aérea consumirá lo menos posible de energía con ventilación natural, luz natural y contará con paneles solares en los techos.
Otra de sus cualidades será que tendrá una planta de tratamiento para reciclar su agua ante la carencia de infraestructura hidráulica en la zona elegida para la construcción del inmueble.
La nueva terminal, dice, deberá funcionar bien por 10 años y tendrá la capacidad de absorber el crecimiento de la demanda “en un sólo edificio sin trenes”.
Y asegura: “Esta obra tiene el potencial de convertirse en la materialización del momento histórico que vive el País”.