Los pájaros reinaron, durante miles de años, las islas que ahora forman este lejano país en el Océano Pacífico. Muchas especies incluso prescindieron de sus habilidades de vuelo: al no tener depredadores, evolucionaron hasta sólo caminar.
Kiwis, kakapos, takahes y pingüinos, entre otras, deambulaban insolentes y temerarios hasta que, en el siglo 19, los ingleses se establecieron en estas tierras y llevaron especies occidentales que amenazaron sus vidas. Muchos se extinguieron y otras quedaron en peligro de extinción, como las cinco especies de kiwi, el ave nacional.
Hoy enfrentan amenazas como gatos y otros mamíferos, como el stoat (una prima de la comadreja en versión más tierna), por lo que para salvarlos se han creado refugios de conservación donde se les cuida en los primeros meses de vida y luego se les deja en libertad en un santuario también protegido y con trampas antistoat.
El lodge Cape Kidnappers en Hawke’s Bay ofrece una experiencia de encuentro con un espécimen y, luego de volar 18 horas para llegar hasta acá, sería una necedad no tomarla.
Uno de los biólogos que cuida a los kiwis lleva al grupo a través de los árboles y matorrales; con un radar vamos a encontrar al ave, que tiene un chip en el cuerpo.
El rústico aparato emite un bip que aumenta de intensidad cuando el ave se acerca, como diciendo: “tibio, tibio, caliente”. Una vez que estamos lo suficientemente cerca, el biólogo mete la mano entre la hojarasca y saca a Hippy, un kiwi nacido en una incubadora hace un mes.
Por sólo un minuto me dan a Hippy. Sentado, debo abrazarlo y con la mano izquierda tomar sus dos patas. Antes de que me dé cuenta se termina el tiempo y un minuto más otro visitante lo sostendrá para luego dejarlo ir a esconderse. Tuve en los brazos a un dios del bosque, como lo llamaban los maorís.
Los kiwis en este santuario tienen contacto con visitantes muy pocas veces en sus vidas, y siempre son muy breves. Con ello se garantiza que se comporten adecuadamente en la naturaleza sin trastornar sus hábitos. Llevan más de 40 casos exitosos en la reserva. De los 12 millones de kiwis que vagaban libres por Nueva Zelanda quedan menos de 70 mil en el país, pero se espera que su población paulatinamente se recupere.
El actual monarca
Basta con que Oscar silbe dos veces para que 500 ovinos, entre ovejas y borregos, regresen de la montaña. Uno solo de sus canes puede hacerlo, pero esta vez decide que vayan tres de sus preferidos. Dependiendo qué indique Oscar, los perros pueden mantener al ganado junto o separarlo en dos grupos, conducirlo entre las montañas o hacer que se quede tranquilo.
Seguimos en Hawke’s Bay, pero ahora en una enorme y montañosa granja ovina, una de las actividades económicas principales de Nueva Zelanda. Con más de 30 millones de ovinos, Nueva Zelanda es el país con la tasa per cápita más alta del mundo (cercana a 9 ovejas por persona; en Australia son 4 y en Uruguay 3).
Algunos de los tours por los campos de Hawke’s Bay, también conocida región vitivinícola premiada a nivel mundial, incluyen conocer a este carismático pastor. Oscar pasea a sus animales para que pasten y cuando van a terrenos alejados sube a la moto a sus canes y se van los cuatro a cuidarlos.
Guía práctica
Air New Zealand opera con Alaska Airlines el vuelo desde la Ciudad de México hasta Auckland vía Los Ángeles. De ahí se puede volar una hora o conducir 417 kilómetros a Napier.
DÓNDE DORMIR
El lodge de súper lujo The Farm at Cape Kidnappers tiene habitaciones por alrededor de 18 mil pesos la noche. The County Hotel en Napier, no tiene lujo extremo pero sí comodidad; la noche para dos personas ronda los mil 800 pesos.
MÁS INFORMACIÓN
countyhotel.co.nz
capekidnappers.com
southern-crossings.com
newzealand.com