Las condiciones de violencia que priva en varias partes del país y la sensación de inseguridad que éstas generan en las personas, han permitido que la extorsión se convierta en una actividad muy lucrativa para los delincuentes.
El chantaje, comúnmente llamado extorsión, es un fenómeno que surge en tiempos violentos, circunstancias que aprovecha el extorsionador para lanzar una amenaza que va “envuelta” en un engaño.
Autoridades advierten que este delito es cometido regularmente por internos de algún reclusorio, y se detectó que el Penal de Altamira, Tamaulipas, es de donde han surgido la mayor cantidad de llamadas para extorsionar, y le siguen el penal de Santa Martha Acatitla y el Reclusorio Oriente, en la Ciudad de México.
Estos delincuentes, señalan, ven en la extorsión telefónica un negocio y llega a ser tan rentable que cualquier reo se atreve a hacerlo, y en un medio azotado por la violencia el efecto llega al grado de que la víctima obedece instrucciones del delincuente.
Por ello se debe acercar a las autoriades para obtener herramientas que permitan prevenir y enfrentar esta situación y no convertirse en víctima.
Prevenir
Ante este escenario es necesario preparar a la sociedad para contener la extorsión, y la clave para evitarla es asesorarse con la autoridad adecuada.
Es básico que la víctima sepa canalizar perfectamente la primera llamada y debe hacerlo a los teléfonos de las autoridades como el 066, donde personal capacitado en extorsiones atiende las 24 horas del día.
Si la persona ya fue sorprendida, se recomienda sólo escuchar con atención el mensaje principal del delincuente, pero sin responder nada para no dar información que le permita seguir con el engaño.
Luego se debe colgar la llamada y comunicarse a las autoridades para ser asesorado y saber qué hacer en una segunda llamada.
Autoridades que combaten el secuestro indican que hay un protocolo para ello y sólo se proporciona (a la víctima) en privado.
No seguir indicaciones
Se recomienda no obedecer al delincuente cuando éste ordene a la víctima que se esconda o no hablar a ninguno de sus familiares porque eso favorece su plan.
Las personas tampoco deben depositar dinero o comprar tarjetas telefónicas cuando un supuesto secuestrador o pistolero lo está amenazando por teléfono, que es su forma de operar más común.
Autoridades indican que el depósito de dinero es una señal inequívoca de que se trata de una extorsión.
La regla de oro para la seguridad de todas las familias es no compartir ninguna información de sus casas o familiares, aunque esté siendo amenazada por una voz intimidante y
autoritaria.
También se sugiere desconfiar de la llamada amable, porque en estos días así se empieza a preparar una extorsión: el delincuente dice pertenecer a una institución reconocida o inventada para pedir información sobre familiares a la persona que recibe la llamada.
La extorsión se desactiva, aseguran autoridades antisecuestros, cuando la persona no obedece instrucciones, no proporciona información particular, y sobre todo recibe asesoría adecuada.

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