El delgado adolescente de gruesas gafas rectangulares y corte de bacinica estaba parado por encima del océano de manifestantes que había envuelto el centro de Hong Kong. Su profunda voz se perdió entre vítores, pero a la muchedumbre le tenía sin cuidado: lo conocían tanto a él como su mensaje. Era Joshua Wong, activista estudiantil de 17 años de edad que ha estado al centro del movimiento por la democracia, el cual ha sacudido el control del gobierno chino sobre esta ciudad.
“Cuando me di cuenta de que empezaba sonar el himno nacional, ciertamente no me sentí tan conmovido como enojado”, dijo Wong unas cuantas horas más tarde, después de una protesta en una ceremonia para izar la bandera por la mañana del miércoles para marcar la celebración por el Día Nacional de China.
“Cuando te dice ‘¡Levántense! ¡Todos aquellos que se nieguen a ser esclavos!’, ¿de qué manera es diferente el trato que nosotros recibimos respecto de los esclavos?”
Wong emergió como una figura en círculos de activismo de Hong Kong hace dos años, cuando convocó a estudiantes en contra de un plan gubernamental enfocado a introducir “educación patriótica” en las escuelas, atacándolo por considerarlo un medio de adoctrinamiento del Partido Comunista de China.
Él desempeñó una participación decisiva para desatar las manifestaciones de la semana pasada, encabezando una carga sorpresiva sobre un edificio gubernamental que resultó en su arresto e impulsó a miles de personas a tomar las calles, adelantándose a la programación.
Periódicos locales que tienen estrechos vínculos con Beijing han buscado ensuciar su imagen diciendo que él es una herramienta de Estados Unidos.
En realidad, Wong es una inquietante confirmación para las autoridades de que la primera generación en Hong Kong que crece bajo el dominio chino es, en muchas formas, también la más alienada respecto de la influencia de Beijing.
Nació menos de nueve meses antes de la transferencia de esta ex colonia británica a China en 1997, siendo criado aquí en una época en que el partido ha intentado vigorosamente ganarse a los pobladores locales y moldearlos hasta convertirlos en patrióticos ciudadanos chinos.
Su prominencia en el movimiento de protesta también encarna un cambio en la política local – ira juvenil amplificada a través de Internet, más allá de la órbita de los tradicionales partidos políticos – que ha dejado perplejo al Gobierno y enfurecido a sus supervisores comunistas en el territorio continental.
Ese cambio ha convertido a Wong en algo similar a una estrella política, el cual transmite una impresión que es parte político solemne y parte una tímida sensación adolescente. En últimas fechas, si no está rodeado por seguidores que lo admiran, suele ser rodeado por cámaras de televisión y reporteros.
Incluso antes de la ronda más reciente de protestas, a veces se le acercaban extraños para estrecharle la mano u ofrecerle una palmadita en el hombro y preguntarle por sus calificaciones de exámenes y trabajo escolar.
Wong está muy consciente de la influencia que ejercen él y sus compañeros de clase. Apenas en julio, mucho antes de que Beijing propusiera las normas electorales que son el objetivo de las presentes manifestaciones, Wong le dijo al New York Times: “La reforma electoral es una guerra generacional”.
Chen Yun-chung, catedrático adjunto de estudios culturales en la Universidad Lingnan de Hong Kong, dijo que Wong y su generación de activistas preparatorianos, combinando idealismo con habilidades organizacionales, habían rebasado tanto al Gobierno como a las generaciones más viejas y cautelosas de demócratas en Hong Kong.
“Su mentalidad es muy diferente respecto de la vieja generación, así que los llamo mutantes, en el buen sentido, como los X-Men”, dijo. “Siempre existe un peligro de una represión incluso más severa que aterre a la población hongkonesa. Pero, al mismo tiempo, no creo que estos líderes mutantes sean meros soñadores. Ellos saben que pudieran no obtener lo que quieren, pero en su mayoría están preparados para seguir peleando”.
Wong representa a una “cultura de resistencia que es idealista y muy persistente entre los alumnos de bachillerato”, agregó.
Sin embargo, pocos preveían que Wong tuviera un efecto tan crucial sobre los sucesos de esta pasada semana. El movimiento por la democracia había dado la impresión de estar menguando, en tanto estudiantes que habían estado boicoteando clases estaban planeando marcar el final de su campaña tranquilamente por la noche del viernes con una proyección de video mensajes de apoyo de activistas taiwaneses.
Mientras terminaba el video, Wong, hablando sobre el escenario al lado de la pantalla, tomó desprevenidos a muchos en el público cuando los exhortó a tomar la “Plaza Cívica”, nombre que usan los activistas para referirse a una explanada que da a las oficinas centrales del Gobierno de Hong Kong.
Unos momentos después, alrededor de 200 manifestantes eludieron a guardas y tomaron la plaza ante estridentes vítores. Sin embargo, Wong fue arrestado antes de que lograra llegar y se lo llevaron a rastras y esposado.
Noticias e imágenes de la detención de Wong se difundieron rápidamente a través de medios sociales, en tanto la ocupación de la explanada se convirtió en el núcleo de una protesta que atrajo a decenas de miles de seguidores.
La Policía intentó desarticular la manifestación del domingo con arrestos, gas pimienta y gas lacrimógeno, provocando más ira popular y atrayendo muchedumbres incluso mayores a las calles, que han estado ocupadas desde ese momento.
Las autoridades retuvieron a Wong durante dos noches antes de que un juez concediera una petición del procedimiento hábeas corpus para su liberación.
Lee Cheuk-yan, de 57 años, presidente del Partido del Trabajo, en pro de la democracia, dijo que estaba tanto anonadado como motivado por la efusión de la protesta juvenil en las calles.
“Ves las caras en este lugar y notas que son muy jóvenes”, destacó Lee mientras se paraba sobre una plataforma donde había estado hablando ante una gran muchedumbre por la noche del martes. “Los viejos morirán, pero los jóvenes seguirán vivos. Ellos los derrotarán”.
Después, reanudó su mensaje a la joven muchedumbre a través de un altavoz y repitió su comentario, generando un clamor de aprobación.
Wong y la ola de protesta juvenil que él ha contribuido a inspirar están mucho menos abiertos a las concesiones que el grupo tradicional por la democracia en Hong Kong; ruptura que pudiera ensancharse si el gobierno chino ofrece solo concesiones tenues y continúan las protestas. El joven no respondió a repetidos telefonemas y mensajes en busca de una entrevista.
En una entrevista de este año con una publicación en línea de Hong Kong, Wong argumentó que “es ilógico hacer concesiones antes de que siquiera se empiece a pelear”.
Después agregó: “Pero antes de hacer eso, más vale que tengas algunos elementos para negociar. Si no los tienes, ¿cómo peleas una guerra?”
Mueve joven a Hong Kong
Joshua Wong se ha convertido en una de las cartas duras de las protestas, que ya llevan una semana, contra la inmiscusión de Beijing en los asuntos in