Consciente de la vulnerabilidad en la que se encuentran los menores huérfanos, el grupo criminal de “El Chapo” Guzmán se ha dado a la tarea de reclutarlos en Sinaloa, muchas veces a la fuerza.
Lo anterior se desprende de un estudio en el que Elena Azaola, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), entrevistó a 278 menores detenidos por delitos graves en Coahuila, Sinaloa, Morelos e Hidalgo.
“Sabemos, así nos lo dijeron, que específicamente ‘El Chapo’ tenía grupos dedicados a captar a estos chicos huérfanos, porque él sabía, él sabe mejor que el Estado en este sentido, que esos chicos eran los más débiles, los más susceptibles”, comentó Azaola en el marco del Seminario sobre violencia en México, en el Colegio de México.
“No trato de justificarlos, pero cuando un chico dice ‘mataron a mi mamá’, ‘mataron a mi papá’ o ‘mataron a mi hermano, ¿a mí qué más me da la vida de los otros? Si me arrancaron la vida de los míos de la forma en que me la arrancaron, ¿por qué me voy a preocupar por la vida del vecino?’”, reflexionó la especialista.
Dentro de su ponencia “Fábrica de sicarios”, Azaola dio a conocer que 47% de los menores abandonaron sus casas y 12% tuvieron que vivir en la calle.
Además, 41% sufrió maltrato constante en su infancia, 37% dijo que no recibió ninguna ayuda y el 14% ya no confía en nadie.
“¿Cómo es posible que a esa edad, 15 ó 17 años, ya llegó a la conclusión de que en este mundo no hay nadie en quien se pueda confiar? Pongámonos en esos zapatos”, pidió.
El 94% de los menores detenidos ya había desempeñado algún empleo, desde franeleros hasta vendedores de chicles, aunque algunos mencionaron que trabajaban como sicarios o halcones.
Para describir a estos jóvenes, la especialista dijo que hoy en día se utiliza el término “muerte social”.
“Chicos que no sienten tener ningún papel, que no hayan ningún lugar, que creen que su vida es de segunda clase, que no se viven como ciudadanos y tampoco como sujetos de derecho”, señaló.
En este contexto, consideró absurdo que haya estados que contemplan hasta 20 años de pena para los adolescentes, pues los estudios muestran que es lo peor que se le puede hacer a la vida de un menor, por lo que recomendó llegar a un consenso nacional sobre el tema.
“Uno esperaría que ante las deficiencias de la familia, un Estado, digno de tal nombre, tendría que entrar, tendría que entrar la sociedad civil, y vemos que esto no (ocurre): falla la familia, falla el Estado, falla la sociedad civil”, lamentó.
De los delitos graves por los que se les procesó a los menores, el más frecuente fue robo con violencia, con 35% de las incidencias, y homicidios, con 22%.
Sin embargo, se señaló, varios más admitieron haber matado, pero no fueron detenidos por ello.

‘Trabajo desde los 13 años’

“Trabajo desde los 13 años como sicaria”, es la respuesta que Lila, de 17 años, dio en un centro de internamiento para menores en Morelos.

Originaria de Guerrero, a los 12 años Lila quedó a la tutela de su abuela y una tía, debido a la violencia intrafamiliar que había en su casa. Pero a los 13 se fue a vivir con su pareja, a quien considera la persona más valiosa y con quien tiene un hijo.
Como pago por sus labores en el grupo criminal, la menor recibía dinero y droga que consumía en hoteles.
Lila ingresó al centro para menores de Morelos hace dos años, acusada de robo de auto con violencia, delitos contra la salud, delincuencia organizada y tráfico de armas. Aunque su sueño es ser astronauta o aeromoza, apenas terminó la primaria.
“(Cuando me detuvieron) venía manejando un auto, pero como estaba drogada no vi el retén. Mis amigos (seis adultos) traían armas y en el retén del Ejército cayeron todos.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *