El aroma a cempasúchil y veladora te invitan a pasar. Un camino de flores amarillas, fuego y humo que se desliza entre las piedras te guían… de pronto, aparece una Catrina elegante vestida de blanco con un collar morado, trenzas y un cartel en la mano. Ahí es donde todo comienza, donde el noveno Festival de Tradiciones de Vida y Muerte en Xcaret da inicio.
La Catrina observa a la gente mientras el humo escurridizo envuelve el cuerpo de cada visitante, y el aroma, ese aroma que permanece en todo el recorrido, funciona para calmar los nervios, para relajarse.
“Bienvenidos”, dice la Catrina. De fondo un muro de piedra forrado de flores de cempasúchil impide echar un vistazo a lo que hay detrás: colores, catrines caminando a tu lado y la ‘muerte’ en todas partes.
El Festival inició el 30 de octubre y concluye hoy por la noche, cuando el actor Ignacio López Tarso y su nieta Sofía López, cierren el Festival contando corridos a la luz de las velas sobre un escenario postrado en una laguna transparente.
“Se trata de disfrutar el humor de la muerte, yo no sé los demás pero yo cada día que despierto y me alegro de tener un año más de vida”, dijo el actor de 90 años, en rueda de prensa.
El show se llama “Entre tumbas, vivos y muertos”, que es sólo uno de los más de 30 espectáculos que incluía diariamente en el Parque Xcaret, como parte de las festividades de día de muertos.
Este año el municipio invitado fue Michoacán, 12 comunidades indígenas trasladaron las tradiciones de los purépechas, náhuatl y mazahua a cada rincón del Parque.
La tradición de estos pueblos se hizo posible con la participación de 240 artistas michoacanos, que levantaron pieza por pieza altares de muertos, ofrendas y coloridos escenarios, además de una muestra gastronómica donde el aroma a tacos de charal, tamales de pollo, esquites, agua de maracuyá, tortas de cochinita pibil y pan de muerto hacían agua la boca.
“Pásele pruebe los tacos de charal o el dulce de coco, puro Michoacán”, gritaba una mujer en uno de los puestos mientras soplaba el carbón para calentar un comal de barro.
El Festival iniciaba a las 4 de la tarde, y mientras oscurecía, la noche se iluminaba con veladoras en todos los pasillos del parque. Veladoras que te acompañaban a cada uno de los escenarios del Festival como la zona de altares de muertos que representaban cada municipio de Michoacán.
Había otros altares coloridos que también representaban los municipios de Quintana Roo y otros más elaborados por los parques de la misma cadena de Xcaret.
Cada uno tenían ofrendas, papel picado, veladoras, platillos tradicionales, semillas de colores, cráneos e incienso. Estaban en la zona de vestigios de Xcaret, donde en los tiempos de la época prehispánica era zona maya conocida como “La Villa del pueblo de Polé”.
“En mi comunidad acostumbramos hacer estos altares cada año, sabemos que nuestros difuntos regresan y los esperamos con gusto. Toman el camino que les hicimos con flores y atraviesan cada uno de los escalones del altar. Es una celebración muy bonita”, relató una de las mujeres que hizo el Altar de Janitzio.
Además de las actividades diarias de Xcaret, los eventos de día de muertos atraían más visitantes. Según personal del parque, cada día recibieron entre 10 mil y 14 mil visitas, casi 40% más de lo normal.
Algunos otros eventos que hubo en el Festival fueron: La danza del pescado blanco de Janitzio; el comediante Raúl Niño; el ballet folclórico de Michoacán con su representación de “Bailemos pelona”; la orquesta de Tata Vasco y Pirepi Erandi de Santa Fe de la Laguna; el juego popular de Michoacán “¿En donde están las tumbas?”; Banda de Ichán; además también estuvo el tenor Fernando de la Mora con su espectáculo “En qué quedamos pelona”.
Xcaret se viste de muerte
El noveno Festival de Tradiciones de Vida y Muerte en Xcaret permite ver a la ‘muerte’ en todas partes.