En México, el diagnóstico de la hepatitis C es tardío, lo que deriva en serias consecuencias a la salud. Se estima, de acuerdo a la Fundación Mexicana para la Salud Hepática AC, que cerca de un millón de personas la padecen, pero sólo 20% lo saben.
David Kershenobich, director del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, reconoció que se debe trabajar entre autoridades, profesionales de la salud y sociedad civil para construir una política nacional de salud contra la hepatitis C.
Durante el foro “La hepatitis C y la sociedad civil, Barreras ante el Tratamiento de Hepatitis C”, el director general del INCMNSZ, recordó que en el caso de VIH-Sida, “les tomó ocho años ir construyendo una política nacional de salud”.
Por ello, dijo que el primer paso en torno a la hepatitis C es entender la problemática y prepararse bien ante los nuevos medicamentos que tienen la posibilidad de erradicar el virus hasta en 90%, pero no en todos los casos.
Erradicar el virus
Asimismo, estimó que el virus de la hepatitis C va a terminar controlándose en los próximos 15 años. “Para 2030 uno visualiza que vamos a poder controlar el virus, y por lo tanto va a disminuir la frecuencia de casos de cáncer y cirrosis hepática”.
La hepatitis C, de acuerdo a los especialistas, es una enfermedad que provoca la inflamación de las células del hígado, dando como resultado una lesión o la destrucción de este órgano. Sus consecuencias pueden ser devastadoras por ser contagiosa y que muchas veces no presenta síntomas, hasta que ya está muy avanzada.
Por su parte, Margarita Dehesa, hepatóloga e integrante del Comité Científico de Fundhepa, recordó que hace 15 años no se pensaba que había la probabilidad de erradicar el virus de la hepatitis C, y ahora con los nuevos medicamentos, dentro de los próximos 22 años este virus podría pasar a ser una enfermedad rara”.
No obstante, reconoció que a pesar de que hay nuevos medicamentos, no todos los pacientes tienen acceso a estos, pues dijo que actualmente estos tratamientos que prácticamente erradican el virus son muy costosos.
La especialista indicó que la hepatitis C es un problema de salud en México y su prevalencia es de 1.3 a 2.9%, y reiteró que no hay vacuna para esta enfermedad, por ello la importancia de reducir el riesgo de contagio.
Por su parte, Antonio Ariza Alducin, presidente de la FunHepa, afirmó que desde 2012, el Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos cubre la atención de la hepatitis, y recordó que esta agrupación que tiene 16 años de creada, nació para promover la salud hepática entre la población.
En el foro que se dividió en tres mesas, la primera fue coordinada por Rubén Aguilar Valenzuela, vicepresidente de Funhepa, en donde médicos de alto nivel externaron su preocupación por la falta de información sobre esta enfermedad que deriva en diagnósticos tardíos y fallecimientos.
Asimismo, destacaron la falta de preparación de los propios médicos en torno a esta enfermedad y la ausencia de una política nacional de salud sobre este padecimiento, en la que no se cuenta con apoyos gubernamentales como los tienen los enfermos con VIH-Sida que reciben sus tratamientos antirretrovirales gratuitos.
En la segunda mesa participaron representantes de la sociedad civil, entre ellos Jorge Villalobos, presidente del Centro Mexicano para la Filantropía, y Enrique Wolpert Barraza, presidente del comité científico de Funhepa; y la tercera mesa de discusión fue destinada para el tema de calidad.
En su oportunidad, Claudia Hernández Martínez, quién fue diagnosticada, desde hace cuatro años con hepatitis C, aseguró que es importante la capacitación de los médicos que atienden a este tipo de pacientes porque muchos desconocen lo que es este virus.
“Algunos tienden a manejarla como si fuera hepatitis A, además de mal informar y hacer que el paciente quedé aislado de sus familiares por temor a contagiarlos”, destacó.
Comentó que la edad para que el paciente sea atendido de hepatitis, en el Seguro Popular no debe rebasar los 50 años, por lo que hay adultos mayores que no tienen acceso al tratamiento. Mientras que en el IMSS y en el ISSSTE es a los 65 años de edad. A esto, agregó, se suma el diagnóstico tardío.

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