El pasado 17 de abril, el mundo lloró la muerte de Gabriel García Márquez.
El autor sigue vivo en sus libros, pero también en su archivo personal, ahora en manos de la Universidad de Texas, en Austin, institución que, a través de su Centro Harry Ransom, albergará miles de piezas, entre manuscritos, cartas, fotografías y objetos personales.
El fondo ya va en camino a Estados Unidos, a donde está previsto que llegue en estos días.
Para estudiarlo
El archivo, que se encuentra en catalogación y que se prevé esté disponible al público en otoño de 2015, busca generar un “boom” de investigación en torno al Premio Nobel colombiano, según advierte Stephen Enniss, director del centro.
“Será la fuente primaria para académicos y estudiantes que escriban sobre García Márquez para conocer su proceso creativo y su vida como una de las principales figuras literarias del siglo 20”, expresa.
La colección incluye manuscritos originales de 10 novelas del autor, entre ellas Cien años de soledad, El amor en los tiempos de cólera y Memoria de mis putas tristes.
Asimismo, hay correspondencia con autores como Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Graham Greene y Milan Kundera, así como el borrador, con correcciones de su puño y letra, del discurso de aceptación del Nobel de Literatura en 1982.
Además del material escrito, el acervo contiene fotografías que abarcan la vida del autor, desde su infancia, así como máquinas de escribir y computadoras en las que escribió sus obras literarias.
La colección, adquirida por medio de un representante de la familia de García Márquez, y de la cual se digitalizará una selección de piezas literarias, será un atractivo importante para investigadores internacionales, añade el especialista.
El centro, que alberga más de 36 millones de manuscritos literarios, cuenta con archivos de autores como William Faulkner, John Steinbeck y James Joyce.
Bitácora de un genio
Creador de una pócima literaria única, García Márquez podría considerarse un alquimista de las letras, y su archivo figura como el laboratorio en el que forjó sus obras maestras, destaca José Montelongo, bibliotecario de la Colección Latinoamericana Nettie Lee Benson de la universidad texana.
“Las correcciones a los originales son como una bitácora del laboratorio del artista”, señala el experto.
“Un archivo como éste nos permite desentrañar secretos de la creación artística, porque, de una manera un poco indiscreta, alcanzamos a mirar los arrepentimientos, las dudas, los saltos, los borrones, los tachones de trabajos que terminaron siendo obras maestras”.
La colección, detalla, permite contrastar el proceso de edición del autor en sus novelas, desde el manuscrito de Cien años de soledad, casi sin correcciones, hasta los múltiples borradores de su obra inédita En agosto nos vemos, llenos de cambios que muestran su insatisfacción con el texto.
Algunos documentos también externan las ideas del Nobel en torno a su obra, como, por ejemplo, una carta escrita a un amigo suyo en la que señala que El otoño del patriarca debió haberse escrito en verso.
“Es una novela que se distingue por su cadencia, por su ritmo, por los largos y sinuosos y opulentos fraseos. Entonces, estudiar las correcciones de una prosa pulida de esta manera, nos permite estudiarla casi como si fuera un gran poema”, agrega.
Siempre social
Al analizar las miles de fotos, cartas y demás documentos compilados en el archivo, es evidente la importancia que el colombiano otorgaba a la interacción social, señala Rodrigo García Barcha, hijo del autor.
Aunque el novelista no fue un gran escritor de cartas, pues prefería la convivencia cara a cara, la correspondencia que recibía de escritores, políticos y otras figuras demuestran que era una persona de muchos amigos. “Era la antítesis del autor o del artista que vive encerrado y aislado, dedicado exclusivamente a su trabajo”, recuerda.
Entre las piezas de la colección, a decir de García Barcha, destacan los cientos de cartas y telegramas de felicitación que recibió tras ganar el Nobel.
Añade que la instalación del archivo en un centro como el Harry Ransom permitirá preservar su vida y obra para que futuras generaciones tengan al autor siempre al alcance, añade.
“Está junto a colecciones de muchos autores que Gabo mismo admiró mucho y que lo influenciaron, como Joyce, como Hemingway. Entonces vemos que están todos ahí, en buena compañía”.
El Centro Harry Ransom alberga también el material de escritores como Jorge Luis Borges, William Faulkner y James Joyce.
“Estamos encantados de que el archivo de Gabo viva en el gran y único Centro Ransom, donde generaciones de estudiosos y amantes de su trabajo podrán profundizar su aprecio y comprensión de su vida y su legado literario”, afirma.
Lamenta Colombia que quede en EU
En Colombia, la ministra de Cultura, Mariana Garcés, lamentó que la documentación termine en Estados Unidos. “Es una lástima no tenerlo”, declaró a la agencia Efe. Otro de los hijos del escritor, Gonzalo García Barcha, dijo a la emisora colombiana Blu Radio que “el Gobierno colombiano nunca se hizo presente ni hizo ninguna oferta”.
Sin embargo, el ministerio de Cultura asegura que a finales de 2013, el Gobierno delegó en la directora de la Biblioteca Nacional, Consuelo Gaitán, la tarea de comunicarle a la familia del Nobel su interés en que el legado del escritor reposara en Colombia.
“En las ocasiones en que el tema fue abordado por parte de la Directora de la Biblioteca, la familia manifestó su voluntad por aplazar cualquier tipo de determinación sobre el particular”, dice un comunicado.
Aun así, el Ministerio dijo respetar la decisión de la familia, aunque insistió en que la Biblioteca Nacional está en la capacidad de conservar y digitalizar este tipo de archivo.
Con información de El País
La novela inédita
Stephen Enniss, director del centro de investigación en Humanidades de esa facultad, el Harry Ransom, asegura que la negociación para adquirir el archivo comenzó a finales de 2013, cuando el escritor todavía estaba vivo. La librería Glenn Horowitz representó a la familia del autor en la venta. “Visité México [donde García Márquez falleció y donde había pasado las últimas décadas de su vida] en julio de este año para examinar el archivo de primera mano”, cuenta Enniss. “Está en excelente estado”, explica.
En el archivo destacan los borradores de una novela inédita del autor, En agosto nos vemos, así como investigaciones para El general en su laberinto y una copia mecanografiada y marcada de Crónica de una muerte anunciada.
“Los materiales documentan la gestación y los cambios en la obra de García Márquez y revelan sus luchas con el lenguaje y la estructura”, detalla el comunicado difundido por el propio centro académico.
“Estamos planeando organizar un simposio en otoño de 2015, cuando se abra el archivo para la investigación”, adelanta Enniss sobre los planes de futuro del material, que incluyen la digitalización de partes de la colección para que el público general los pueda consultar también.
“El Centro tiene un laboratorio de conservación de primer nivel. Podemos guardar materiales de todo tipo: papel, fotos, grabaciones, archivos de computadora…”, afirma Enniss.
Un tesoro literario
El archivo del escritor colombiano Gabriel García Márquez contiene:
– Manuscritos originales de 10 libros, desde Cien años de soledad (1967) y El amor en los tiempos de cólera (1985) a Memorias de mis putas tristes (2004).
– Los borradores de una novela inédita del autor, En agosto nos vemos.
– Más de 2 mil correspondencias, incluyendo cartas a Carlos Fuentes y Graham Greene.
– Borradores de su discurso al aceptar el Premio Nobel de Literatura 1982.
– Más de 40 álbumes de fotografías que documentan su vida por casi 90 años.
– Las máquinas de escribir Smith Corona y las computadoras con las que escribió algunas de sus obras maestras.
– Recortes de periódicos latinoamericanos y del mundo que recopilan su obra literaria.