Un sitio que no decepciona a los amantes del arte es The National Gallery of Art, fundado a partir de la colección del banquero y filántropo Andrew W. Mellon (1855-1937), quien, en los años 30, la donó al pueblo estadounidense con la intención de crear un museo a la altura de los mejores del mundo.
Para una visita rápida y efectiva, recurrimos a la asesoría de María Elena Weissman, miembro del consejo del recinto.

¿Repulsiva?

Cuando Edgar Degas (1834-1917) presentó por primera vez en París su escultura Little dancer aged fourteen (1878-1881), la pieza fue severamente despeciada por la crítica, al grado de llamarla repulsiva y hasta una amenaza para la sociedad. Hoy es adorada.
Como parte de su investigación del movimiento de las bailarinas, el artista francés no sólo modeló la figura en cera, sino que la vistió con zapatillas de lino, tutú y le puso pelo humano, explica Weissman. Con ello inauguró una mezcla de materiales nunca antes explorada.

Dama de alcurnia
Además de La Gioconda (1503-1517), otras dos mujeres son clave en la obra de Da Vinci (1452-1519): La dama del armiño (1488-1490), que se exhibe en Cracovia, y Ginevra de’ Benci (1474-1478), el único Da Vinci que forma parte de una colección pública en EU. En el retrato, una aristócrata del siglo 15 posa de tres cuartos y está al aire libre, algo inusual para la época.
“Es una mirada fresca al retrato femenino”, opina María Elena Weissman.

Otra joven
La mirada directa de la protagonista de esta obra de Johannes Vermeer (1632-1675), atrapa de inmediato al espectador. The girl with the red hat (1665) fue pintada por el holandés al óleo sobre panel y no en lienzo, como acostumbraba. Los expertos destacan el exquisito uso de los colores y la luz.
“Vermeer se ha convertido en el artista que todos quieren ver y el hecho de que existan tan pocos cuadros suyos los hace aún más especial”, dice Weissman.

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