El primer ministro iraquí exhortó el domingo a los combatientes tribales suníes a que abandonen el grupo Estado Islámico antes de que el gobierno lance una ofensiva para recuperar la ciudad natal de Saddam Hussein controlada por los extremistas.
Haider al-Abadi no fijó plazo para el ataque contra Tikrit, la localidad natal del fallecido dictador iraquí, a unos 130 kilómetros  al norte de Bagdad y que el verano pasado cayó en poder del grupo Estado Islámico.
Sin embargo, milicias chiíes y fuerzas de seguridad iraquíes han ocupado posiciones alrededor de Tikrit en momentos en que la prensa estatal ha advertido que la ciudad “regresará pronto a manos de su pueblo”.
Pero el envío de las milicias chiíes a la ciudad suní de Tikrit, capital de la provincia iraquí de Salahuddin, podría devenir en venganzas por los sangrientos combates calle por calle que escenificaron los insurgentes después de la invasión encabezada por Estados Unidos a Irak en 2003.
El sábado, dos atacantes suicidas hicieron estallar sus coches bomba con saldo de 16 combatientes chiíes muertos y 31 heridos.
Al-Abadi ofreció lo que describió como “la última oportunidad” a los combatientes tribales suníes y les prometió el perdón, durante una conferencia de prensa en Samarra, 95 kilómetros (60 millas) al norte de Bagdad.
El despacho de al-Abadi dijo que el primer ministro llegó a Samarra a fin de “supervisar la operación para liberar Tikrit de las pandillas terroristas”.
“Exhorto a quienes fueron engañados o cometieron un error a que depongan las armas y se sumen a su pueblo y a las fuerzas de seguridad para liberar sus ciudades”, declaró al-Abadi.
Al-Abadi dijo que en la operación los efectivos atacarán desde diferentes direcciones, pero declinó precisar la hora en que daría inicio. Sin embargo, su presencia en Samarra deja entrever que podría tener lugar pronto.
A través de un comunicado, la oficina del primer ministro anunció la noche del domingo el comienzo de una operación de seguridad para “liberar” la provincia de Salahuddin, aunque se carecía de informaciones iniciales sobre la puesta en marcha de alguna acción militar.
El mando militar iraquí ya había lanzado a finales de junio una ofensiva para recuperar el control de Tikrit, pero la operación se estancó rápidamente.
El año pasado fue el más sangriento en Irak desde el conflicto sectario de 2006-2007, con 12.282 muertos y 23.126 heridos, según estadísticas de la ONU.

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