Por más de un siglo, ciudades de todo el mundo se compararon con París. A Bucarest, Praga, Estambul y Beirut les gusta decir que son “la París del Este”. Hay una París de América del Norte (Montreal) y otra de América del Sur (Buenos Aires).
Ahora, sin embargo, todos quieren parecerse a Brooklyn. Incluso un barrio parisino.
Todo barrio que tiende a ponerse de moda, en el que abundan los hípsters barbados, los negocios de bicicleta y los cafés veganos, dice ser “el nuevo Brooklyn”. Ballard es el Brooklyn de Seattle. Hay quienes le dicen a Oakland, en California, la Brooklyn de San Francisco.
Incluso, Glasgow, en Escocia, y Melbourne, en Australia, afirman ser tan sofisticadas como Brooklyn.
Hasta en París ha aparecido un barrio con pretensiones brooklynianas: Pantin, un sector de viejos depósitos, cubierto de grafitis, en el que han surgido galerías de arte y que atrae a numerosos artistas, se ha convertido en el barrio de moda de la Ciudad Luz. Igual que en Brooklyn, los precios de las propiedades están por las nubes y un vetusto edificio industrial alberga hoy lofts de lujo.
“Le falta para estar a la altura de Brooklyn, pero espero que siga creciendo, considerando la cantidad de dinero que se está invirtiendo”, comenta Oliver Beer, quien trabaja con una galería de Pantin y con la sucursal del Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York, PS1.
Otros indicios de lo que algunos llaman la “brooklynización de París” son la proliferación de restaurantes y bares de jugos y comidas sin gluten.
Agentes de turismo de Asheville, Carolina del Norte, dicen que su ciudad alguna vez fue llamada la París del Sur de Estados Unidos, pero hoy es comparada con Brooklyn por su comida artesanal, sus búsquedas alternativas y su movimiento artístico.
Un sector de Miami que incluye Wynwood, en el que abunda el arte callejero, está siendo promocionado como “el Brooklyn en sus inicios”. Y el barrio de San Diego SoNo (South Park-North Park) prefiere que lo equiparen a Brooklyn que con el Soho neoyorquino.
La irrupción de Brooklyn como un símbolo global de progreso urbano marca un gran cambio. “Hoy somos el epicentro de lo que es ser cool”, expresa Marty Markowitz, de 69 años, quien fue presidente del condado de Brooklyn por 12 años y ahora trabaja en la oficina de turismo de Nueva York.
“No hay duda de que Brooklyn es ahora un ejemplo para otros centros urbanos de cómo una comunidad puede transformarse en un sitio de moda”.
Todas quieren ser como ella
Por más de un siglo, ciudades de todo el mundo se compararon con París. A Bucarest, Praga, Estambul y Beirut les gusta decir que son “la París del Est