José Salaz sabía que lo andaban buscando tras escapar de una prisión del sur de Texas y tratar de comenzar una nueva vida en México con su esposa e hijos. Siempre estaba atento a la Policía y eludió la captura cada vez que se le acercaron: logró hilar más de 15 años de “libertad”, que hasta hace poco lo hicieron el fugado que más tiempo estuvo libre en la historia reciente de Texas.
Ahora que está de vuelta tras las rejas en una prisión estatal, Salaz enfrenta al menos 13 años más por agresión y secuestro, después de lo que calificó de “una vida muy dura” de fugado, pero en su primera entrevista desde su extradición el año pasado, Salaz, de 39 años, dijo a AP que no lamenta haberse fugado porque tenía que mantener a su familia.
Salaz dice que vendió maíz en las esquinas en México y que trabajó en la construcción y en un taller de reparación de neumáticos, sabiendo que su libertad dependía de que estuviera alerta.
“Sabía que me buscaban, siempre me cuidaba”, dijo Salaz en la Unidad William P. Clements Jr. de Amarillo, donde lo mantienen aislado por seguridad.
Durante un tiempo vivió con su esposa en Monterrey, donde la pareja tenía cinco hijos. Entonces, en 2010 notó que la Policía hablaba con sus vecinos y huyó a San Luis Potosí, donde se quedó unos meses.
Tras su regreso, la Policía se acercó a su casa y lo observó antes de que lograra escapar de nuevo, por la parte de atrás. Desde ese momento, dijo Salaz, residía en otros sitios y sólo veía a su esposa e hijos una vez a la semana, una táctica que le permitió eludir a las autoridades varios años más.
“Durante muchos años supimos dónde estaba”, dijo John Moriarty, inspector general del Departamento de Justicia de Texas. “No podíamos sacarlo de México. Era algo molesto”.
Las autoridades de Texas trabajaron con las mexicanas y el Servicio de Alguaciles de EU para encontrar a Salaz, un ciudadano estadounidense condenado en 1996 de secuestrar al propietario de un bar a cambio de un rescate y de herir a un policía de Houston en un tiroteo. Los investigadores hablaban frecuentemente con su madre y algunos de sus 10 hermanos -todos viven en Houston- para conseguir información sobre su paradero.
Cuando finalmente lo capturaron en 2013 -casi 16 años después de fugarse- se dirigía a encontrarse con su esposa. Las autoridades no han dicho quién les informó dónde estaba.
“Me rodearon”, dijo Salaz. “No tuve escapatoria”.
Salaz cumplirá su condena en una prisión de máxima seguridad en Texas.
“Con la red que tenía, había que colocarlo en una instalación de alta seguridad alejada de la frontera con México”, dijo Bruce Toney, inspector general del Sistema Estatal de Prisiones de Texas.
En el momento de su fuga, Salaz cumplía tres condenas de 35 años en una prisión de mínima seguridad cerca de Beeville por agresión con agravantes y secuestro en el condado Harris.
Funcionarios de prisiones dicen que la fuga de Salaz un año después de ser condenado fue bien planeada y otras personas condujeron un vehículo hasta muy cerca de la prisión para ayudarlo a escapar al sur.
Sin embargo, Salaz cuenta una historia muy diferente. Dice que decidió fugarse sin planearlo y que nadie lo ayudó cuando escapó del patio de recreo y escaló tres verjas -vestido con shorts y tenis- con alambres de púas.
Sangrando debido a numerosas heridas al escalar las cercas, Salaz dijo que atravesó a pie bosques y campos durante la primera noche. Durante las dos semanas siguientes, se ocultaba durante el día y avanzaba en la noche. Al final logró tomar un autobús hacia Laredo y cruzó la frontera a pie.
“Por un lado tenía temor, pero por otra estaba feliz porque lo logré”, dijo Salaz, cuya fuga le costó el empleo a dos guardias e hizo que otros dos fueran colocados en probatoria laboral.
Desquicia a Texas un prófugo hispano
José Salaz, acusado de secuestro, pudo hilar casi 16 años en libertad, lo que logró
convertirlo en el reo fugitivo durante más tiempo en la historia