Este poblado se construyó alrededor de la industria minera. Jack y Sandra Looney tienen esperanza en que las uvas que crecen en una antigua mina a cielo abierto en las colinas ayudarán a atraer visitantes aquí.
Su bodega de vino Highland, situada en la “tienda de la compañía” amorosamente restaurada rinde homenaje a la historia minera del lugar, así como lo hacen sus vinos representativos: Sangre, Sudor y Lágrimas.
“La Sangre de minero se vende más que ninguno de ellos”, dice Jack Looney respecto al vino tinto dulce.
La pareja convirtió el segundo y tercer pisos de la tienda en un hostal y restauraron un par de decenas de las antiguas casas de la compañía minera para arrendamiento.
Seco, al igual que muchas comunidades de la región central de los Montes Apalaches, debe su existencia al carbón mineral: su nombre es un acrónimo de South East Coal Company. Pero al languidecer la minería, funcionarios de toda la región están buscando algo para reemplazar los empleos tradicionales y los ingresos.
En algunos de los condados más pobres y remotos, casi la única alternativa con la que cuenta la gente es el turismo: ecológico, de aventura; o como sucede con los Looney: histórico y cultural. Hay museos de la minería, festivales, aventuras aprovechando la geografía. Se ha rebautizado a subregiones con nombres atractivos como Montañas Hatfield-McCoy o PA Wilds.
Los promotores señalan hacia los activos de la región, su belleza natural, su distintivo carácter montañoso. Pero otros hablan de las paradojas: degradación del medio ambiente junto a áreas inmaculadas, un historial de educación pobre que durante décadas imposibilitó empleos con salario alto, una sensación de estar lejos de todo ocasionada en parte por la carencia de caminos buenos y otra infraestructura.
Para todos, excepto algunos pocos lugares afortunados que cuentan tanto con activos como con acceso, estudios recientes y datos de gasto sugieren que el turismo podría ser un salvador dudoso.
“Es realmente curioso que profesionales económicos impulsen el turismo para que sea una industria propulsora cuando tiene salarios tan bajos”, dijo Suzanne Gallaway, una profesora adjunta en la Universidad de Carolina del Norte campus Greensboro (UNCG).
La socióloga Rebecca Scott, autora de un libro sobre minería de cima de montaña en su natal Virginia Occidental, dijo que el estado, el único incluido totalmente en la definición gubernamental de los Apalaches, “está atrapado entre la condición de ser una economía de extracción, una zona de sacrificio, y no obstante tener la mayor parte de su éxito a largo plazo en el turismo basado en la naturaleza”.
Gallaway, quien enseña en la Escuela Bryan de Turismo Sustentable y Hospitalidad, de la UNCG, encontró que mientras que el sector turismo y alojamiento representaban 16% de todos los empleos en la región, esos sectores produjeron sólo 7% de los salarios.
“Yo no pondría todos mis huevos en esa canasta”, dijo.
Un reporte de 2012 compilado por la División de Turismo de Virginia Occidental encontró que el gasto y empleo en hospitalidad ha tenido un lento crecimiento en muchos condados.
A excepción del condado Harrison, donde el gasto directo en turismo se ha más que duplicado desde 2004 —a 142 millones de dólares— y el empleo en hospitalidad ha aumentado más de 50%. Pero esas cifras podrían ser engañosas. Muchas habitaciones en los hoteles del área están siendo ocupadas por trabajadores que están perforando en la cercana formación Marcellus, al ser reemplazada la minería de carbón por la fracturación hidráulica de roca para extracción de gas natural, dijo el presidente de la comisión del condado, Ron Watson.
Convierten minas en atracción turística
Jack y Sandra Looney contruyeron un restaurante en unas casas antiguas de la compañía minera, con la esperanza de atraer más visitantes a la antigua m