Cuando los co-fundadores de SolarCity, Lyndon y Peter Rive, junto con su primo Elon Musk, estaban recaudando dinero para su empresa incipiente de energía solar en 2007, recurrieron a un solo inversionista externo. No fueron Andreessen Horowitz, Sequoia Capital o cualquiera de las otras prominentes firmas de capital aventurero de Silicon Valley, sino un fondo de 75 millones de dólares administrado bajo la égida de JPMorgan Stanley.
Nancy Pfund no es un nombre conocido. Sin embargo, en la última década, se ha forjado una reputación como la capitalista aventurera a quien hay que acudir entre las compañías que buscan tener un impacto social.
Esta estrategia ha cobrado impulso en los últimos años. Compañías como los zapatos Toms y los lentes Warby Parker han demostrado que el altruismo también puede ser negocio.
El historial de Pfund es testimonio de la inversión con propósito social, cinco de las 18 compañías en su primer fondo, iniciado en 2004, se han cotizado públicamente, incluidas SolarCity, Pandora Media y Tesla Motors.
Pfund y Musk, un inversionista inicial en Tesla, se conocieron en 2006 cuando ella invirtió por primera vez en la compañía. “Me gustó su énfasis en el doble propósito, que es como yo invierto”, dijo Musk, quien se convirtió en director de Tesla en 2008.
Un año después, cuando SolarCity estaba recaudando dinero, Musk sugirió que los fundadores contactaran a Pfund.
En 2008, Pfund fundó su firma de capital aventurero, DBL Investors, en San Francisco, cuando JPMorgan desincorporó su fondo, el cual ella administra.
“Nunca tuve aspiraciones de dirigir mi propia firma”, dijo Pfund, de 59 años de edad. Empezó su carrera en el capital aventurero en Hambrecht & Quist en 1984 y permaneció con la firma después de que fue adquirida por Chase. Pero no fue sino hasta que inició el fondo de impacto social para JPMorgan en 2004 que se unieron los dos aspectos, al parecer dispares, de su currículo.
DBL defiende el “doble propósito”, la idea de que una compañía puede ganar dinero -el primer propósito- y marcar una diferencia, el segundo. El concepto “era un poco polarizador” incluso hace apenas 10 años, dijo Pfund. Incluso hoy, el enfoque de DBL es relativamente raro porque los inversionistas de impacto, como se conoce al nicho, típicamente ponen a sus misiones sociales primero. “Siempre empezamos con el primer propósito”, dijo Pfund. “Si una compañía no tiene éxito, no puede haber impacto”.
Después de lanzarse por su cuenta, Pfund se unió a Cynthia Ringo, directora de VantagePoint Ventures, para iniciar un segundo fondo. Ese, que recaudó 150 millones en 2010, ahora está invertido en 23 compañías.
Muchas de las compañías en la cartera de DBL Investors tiene un impacto social obvio, como energía limpia o productos sustentables, pero el universo de inversiones potenciales es mucho más amplio que eso.
De hecho, Pfund y Ringo ven la inversión en etapa inicial como una oportunidad de hacer de las prácticas socialmente responsables una piedra angular de la cultura corporativa. “Esto no es como decir: ‘Hagamos una colecta de juguetes’”, dijo Ringo. “El segundo propósito necesita ser parte integral de la manera en que la compañía está haciendo negocios”.
Una estipulación de la inversión es que las compañías deben trabajar con DBL para identificar sus objetivos de impacto social y presentarles informes dos veces al año. DBL Investors tiene una persona en su personal de ocho miembros que se enfoca en medir el impacto social de sus inversiones. La mayoría de las compañías en los dos fondos están teniendo un impacto en áreas múltiples. Al mismo tiempo, que SolarCity está ayudando a convertir hogares y negocios a la energía solar, por ejemplo, emplea a más de 7 mil 500 personas, incluso cientos de veteranos, y muchos en áreas donde los empleos no están fácilmente disponibles.
En otro ejemplo, Revolution Foods, una compañía de la cartera basada en Oakland que prepara comidas y bocadillos saludables que distribuye a 2 mil tiendas y unas mil escuelas, ofrece la mitad de sus comidas escolares a estudiantes en el programa de almuerzos gratuitos o a precio reducido.
La compañía tiene aproximadamente 100 millones de dólares en ventas anuales y emplea a más de mil personas, muchas en áreas de bajos ingresos. La directora ejecutiva y cofundadora de la compañía, Kristin Groos Richmond, atribuye a Pfund ayudar a sintonizar el modelo de negocios y presentarla con otros inversionistas, incluido Stephen M. Case.
Un relativo recién llegado, RealReal, se especializa en vender ropa de lujo a consignación pero tiene su sede en Hunters Point, un barrio de bajos ingresos en San Francisco, donde tiene unos 250 empleados.
Es difícil de cuantificar, pero el enfoque en el segundo propósito finalmente mejora al primero, dijo Musk.
Por su parte, los inversionistas parecen estar coincidiendo en la idea de que tener buenos resultados y hacer el bien no son mutuamente exclusivos. Cuando Pfund recaudó su primer fondo, los inversionistas fueron principalmente bancos que necesitaban invertir en áreas de bajos ingresos como parte de la Ley de Reinversión Comunitaria.
Los socios limitados del segundo fondo también incluyen pensiones, instituciones y oficinas familiares. “El campo del impacto ha florecido, y estamos viendo mucho interés desde fuera de nuestra clase de activos”, dijo Pfund, quien está impartiendo una clase de inversión de impacto en la Escuela de Negocios de Stanford.
Mientras tanto, Pfund y Ringo dicen que están escuchando de más emprendedores que quieren incorporar un segundo -o tercer o cuarto- propósito a sus modelos de negocios y necesitan orientación. “Somos una musa del impacto, si quieren”, dijo Pfund. “Les ayudamos a sacar ideas, y les ayudamos a ponerlas en práctica”.

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